Por Rachna Bhoonah - Investigadora postdoctoral en análisis ambiental, salud humana y plantas, AgroParisTech – Universidad de París-Saclay
Encender velas en el salón, freír comida en la cocina... muchas actividades cotidianas contribuyen a la emisión de partículas finas nocivas para la salud. Existen soluciones para limitar esta contaminación del aire interior.
La combustión de velas aromáticas e incienso emite partículas nocivas para la salud en el aire interior.
Imagen Pixabay
2,5 micrones es aproximadamente 40 veces más pequeño que el grosor de un cabello, y es el tamaño máximo de las partículas finas o PM
2,5. Desafortunadamente invisibles a simple vista, pueden infiltrarse en nuestras vías respiratorias y llegar a nuestros pulmones.
Las partículas finas podrían así aumentar el
riesgo de enfermedades cardiovasculares y respiratorias, así como
cánceres, especialmente en las vías respiratorias.
Un gran peligro sanitario de pequeño tamaño
De acuerdo con el estudio
Global Burden of Disease, en 2019, el número de muertes en todo el mundo atribuidas a las partículas finas fue de 4,2 millones.
Según
estudios más recientes, la contaminación del aire sería la principal causa de pérdida de años de vida saludable debido a enfermedad y mortalidad prematura, especialmente en niños pequeños expuestos a altas concentraciones de partículas finas (PM
2,5) en el interior, ya que sus pulmones aún están desarrollándose.
Las partículas finas pueden provenir de fuentes naturales, como desiertos, volcanes o polvo en suspensión por el viento. No obstante, también suelen ser emitidas por fuentes antropogénicas: la combustión fósil (de vehículos y maquinaria industrial, por ejemplo), la fricción mecánica (derivada de la producción de electricidad, los motores eléctricos, los neumáticos) o la extracción de minerales y procesos industriales.
Otras fuentes, más localizadas, son responsables de una mala
calidad del aire en interiores: velas, incienso, cigarrillos, calefacción de leña, cocinar sin campana extractora, entre otras. Como pasamos entre el 80 y 90 % de nuestro tiempo en espacios interiores, es crucial comprender y evitar los riesgos sanitarios asociados.
En casa, la mayoría de los contaminantes provienen del interior de la vivienda.
Actividades cotidianas emisoras de partículas
Estudiamos estas fuentes, que corresponden a actividades comúnmente practicadas en interiores, para evaluar el riesgo sanitario asociado. Los datos sobre emisiones (en masa de partículas finas PM
2,5 por segundo) se obtuvieron consultando la literatura científica, y las concentraciones a las que están expuestos los ocupantes fueron calculadas.
Luego, se evaluó la cantidad inhalada y los impactos en la salud. Estos se calcularon en número de años de vida saludable perdidos (
disability-adjusted life years, o el acrónimo DALY en inglés), asociado con el riesgo de enfermedad cardio-pulmonar.
Se estudiaron varios escenarios de ventilación, dado que los contaminantes emitidos en el
aire interior pueden ser evacuados al exterior abriendo las ventanas. Sin embargo, según las diferentes actividades y las condiciones exteriores, no siempre se incentiva a los ocupantes a ventilar adecuadamente. Cabe destacar que la tasa de ventilación se mide en volúmenes de aire (de la habitación) renovados por hora.
La vela relaja pero libera partículas nocivas
Tomemos el ejemplo de una vela. Se suele encender en interiores, particularmente en invierno, con el objetivo de crear un ambiente acogedor y esparcir buenos olores. Así, sería contraproducente, dado el efecto esperado, abrir las ventanas para evacuar las sustancias emitidas, a pesar de que sean nocivas para la salud.
Los espacios interiores suelen estar confinados (lo que se caracteriza por un volumen de aire y una tasa de ventilación reducidos), por lo que la concentración de contaminantes emitidos puede subir considerablemente. Los umbrales recomendados por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) están alrededor de 15 µg/m³ para las partículas finas, lo que corresponde a un hábitat bien ventilado y alejado del tráfico.
Sin ventilación, una vela (o incienso) encendida durante una hora aumenta la concentración hasta tal punto que su valor supera más de 20 veces el umbral recomendado. Sería responsable de 7 a 21 μDALY, es decir, de 4 a 11 minutos de vida perdidos, por ocupante y por hora de actividad.
Esto nos hace reflexionar sobre el efecto real de las velas. Surge la pregunta de si realmente es razonable encender una después de cocinar un pescado oloroso, por ejemplo. En lugar de evacuar las sustancias responsables de olores fuertes, la combustión agrega más partículas al aire.
Concentración de partículas finas que penetran desde el exterior (azul marino) y emitidas en el interior (naranja) después de actividades cotidianas durante una hora:
(a) tostadora,
(b) parrilla,
(c) cigarrillo encendido (tabaquismo pasivo),
(d) calefacción con combustibles fósiles sólidos.
Bhoonah et al. 2023
Frituras y parrilladas: los modos de cocción más impactantes
Además, la cocción en sí misma puede ser fuente de emisión de partículas finas en el aire, provenientes de los alimentos, el aceite o el horno. Las frituras y parrilladas son los modos de cocción más impactantes, elevando la concentración de partículas finas PM
2,5 en el aire
hasta 40 veces el umbral recomendado.
Sabemos que el aire se infiltra en las viviendas por los bordes de las ventanas y las puertas, así como a través de las uniones entre las paredes. Dependiendo de la ventilación de la casa, después de una hora de fritura o parrillada, el impacto en la salud se estima en menos de un segundo de vida perdida (en caso de una alta ventilación) y hasta aproximadamente tres cuartos de hora de vida perdida (para una casa hermética con una infiltración de 0,2 volúmenes de aire por hora). De hecho, las viviendas poco herméticas permiten una alta tasa de infiltración de aire.
¿Qué ocurre con la cocción tradicional con combustibles sólidos, como la leña, el carbón o los residuos de maíz, que aún practican
el 50 % de la población mundial, especialmente en zonas rurales de Asia, África y Sudamérica?
Esta sería responsable de casi una hora de vida perdida por persona y por hora de actividad, considerando una alta tasa de ventilación (del orden de 3 a 14 volúmenes de aire renovados por hora, lo que corresponde a las tasas de ventilación más probables para estos contextos con viviendas poco herméticas). Cabe destacar que esta práctica es particularmente peligrosa para los niños pequeños.
Las frituras y parrilladas son los modos de cocción que emiten más partículas finas en el aire.
Imagen pixabay
Otros contaminantes en el aire interior
Existen otros contaminantes en interiores además de las partículas finas, categorizados como
contaminantes físicos, químicos y biológicos. Cabe señalar que las partículas finas que mencionamos aquí están clasificadas como contaminantes físicos (al igual que las fibras, por ejemplo).
A menudo, una fuente, especialmente las actividades mencionadas en este artículo, emite diferentes contaminantes. Es el caso, por ejemplo, de las impresoras 3D, cada vez más populares, que
serían responsables de emitir varios contaminantes (hidrocarburos aromáticos policíclicos, compuestos orgánicos volátiles y nanopartículas).
Ventilar, cocinar sin aceite y con campana extractora, etc.
Hemos visto que ventilar permite reducir los riesgos sanitarios. Sin embargo, no siempre es una solución viable. En una situación como la cocción tradicional con alta emisión de partículas finas (PM
2,5), la exposición de los ocupantes a los contaminantes sigue siendo alarmante y las tasas de ventilación, incluso elevadas, no son suficientes.
A nivel individual, se pueden tomar otras medidas para reducir la contaminación interior. Primero, como en el ejemplo de la vela, es importante cuestionar la necesidad y el interés de la actividad. Es agradable encender una vela, pero tal vez no sea prudente hacerlo a diario cerrando todas las puertas y ventanas. Un mínimo de ventilación permitiría disfrutar de las ventajas mientras se eliminan parte de los contaminantes.
En cuanto a la cocina, las campanas extractoras permitirían capturar
hasta más del 80 % de las emisiones durante la cocción. Además, cocinar sin aceite reduciría las emisiones de contaminantes
en hasta un 46 %, mientras que freír duplicaría las emisiones en comparación con cocinar al vapor. Del mismo modo, las cocinas de gas
emitirían el doble que las cocinas eléctricas.
En general, especialmente desde la pandemia del Covid, ha surgido una mayor conciencia en torno a la calidad del aire interior. Es importante comunicar sobre este tema para fomentar la vigilancia cuando se realicen actividades que puedan liberar sustancias nocivas para la salud.
Fuente: The Conversation bajo licencia Creative Commons