Los datos de la misión Dawn de la NASA han revelado indicios sorprendentes. Las manchas brillantes en la superficie del planeta enano Ceres, en el cinturón de asteroides, son en realidad depósitos de sal, dejados por líquidos salados que alguna vez emergieron de sus profundidades. Estos descubrimientos sugieren una actividad geológica pasada más intensa de lo esperado.
Se han detectado moléculas orgánicas en el suelo de Ceres, lo que indica la presencia de ingredientes esenciales para la vida. Estos compuestos de carbono son bloques fundamentales para los organismos vivos. Su existencia en este cuerpo celeste abre nuevas perspectivas.
Ceres, una vez considerado un mundo muerto, podría haber albergado condiciones propicias para la vida.
Crédito: NASA/JPL-Caltech/UCLA/MPS/DLR/IDA
Se necesitaba una fuente de energía para sustentar posibles formas de vida. Modelos informáticos muestran que la desintegración radiactiva en el núcleo rocoso de Ceres pudo generar calor hace miles de millones de años. Este calor habría alimentado una actividad hidrotermal, pudiendo crear entornos propicios para la vida.
Esta actividad hidrotermal podría haber permitido la circulación de agua líquida y la formación de nutrientes. En la Tierra, las fuentes hidrotermales albergan ecosistemas microbianos sin luz solar. Ceres podría haber ofrecido condiciones similares durante un período limitado.
Hoy en día, Ceres es un mundo frío y helado, con la mayor parte de su agua en forma de hielo. Su ventana de habitabilidad probablemente se cerró hace mucho tiempo. Sin embargo, este estudio amplía nuestra comprensión de los entornos potencialmente habitables en el Sistema Solar.
Otros cuerpos helados de tamaño similar, como algunas lunas de Urano y Saturno, podrían haber seguido caminos evolutivos comparables. Estos mundos podrían haber albergado océanos temporales antes de congelarse, ofreciendo nichos para la vida microbiana en el pasado.
Representación del interior de Ceres mostrando flujos de agua y gas desde el núcleo.
Crédito: NASA/JPL-Caltech
¿Qué es la actividad hidrotermal?
La actividad hidrotermal designa la circulación de agua caliente a través de las rocas, a menudo debida a fuentes de calor internas como la radiactividad o el vulcanismo. Este proceso puede disolver minerales y transportar elementos químicos, creando entornos ricos en nutrientes.
En la Tierra, esta actividad se observa en las fuentes hidrotermales submarinas, donde el agua calentada por el magma asciende e interactúa con el océano. Estas zonas albergan comunidades biológicas únicas que obtienen su energía de reacciones químicas en lugar de la fotosíntesis.
En el caso de Ceres, el calor generado por la desintegración radiactiva en su núcleo podría haber provocado tal circulación. El agua líquida, en contacto con rocas calientes, habría liberado gases y compuestos orgánicos, potencialmente utilizables por microorganismos.
Este mecanismo es primordial para la habitabilidad de los cuerpos celestes carentes de fuentes de energía externas, como la luz solar. Muestra que la vida podría emerger en entornos aislados y oscuros, ampliando las zonas consideradas habitables en el Universo.
¿Cómo influye la radiactividad en los planetas?
La radiactividad es un proceso natural donde elementos inestables, como el uranio o el torio, se desintegran emitiendo energía en forma de calor. Este calor puede calentar el interior de los planetas y otros cuerpos celestes, influyendo en su evolución geológica.
En los planetas rocosos, esta energía térmica puede mantener núcleos líquidos, generar un campo magnético o provocar actividad volcánica. Para cuerpos pequeños como Ceres, puede ser suficiente para derretir el hielo y crear océanos subterráneos temporales.
La duración de esta fuente de calor depende de la cantidad de elementos radiactivos presentes y de su vida media. En Ceres, los modelos indican que este calor fue significativo durante aproximadamente 1.500 millones de años, ofreciendo una ventana prolongada para procesos biológicos.
Comprender este papel ayuda a evaluar la habitabilidad pasada de numerosos objetos del Sistema Solar, desde asteroides hasta lunas heladas, y guía la búsqueda de vida en otros lugares del Universo.
Fuente: Science Advances