Adrien - Viernes 12 Diciembre 2025

🧠 Una simple molécula controla tus hábitos y tus antojos irresistibles

Una simple molécula en tu cerebro puede decidir si un hábito se establece fácilmente o no. Esta realidad, revelada por investigadores, muestra cómo un equilibrio proteico frágil influye en nuestros comportamientos cotidianos, desde rutinas saludables hasta dependencias tenaces.

El equipo de la Universidad de Georgetown identificó que la proteína KCC2 actúa como un regulador principal en la formación de asociaciones entre una señal y una recompensa. Cuando su nivel disminuye, la actividad de las neuronas de dopamina se intensifica, acelerando el aprendizaje de nuevas asociaciones. Este mecanismo explica por qué ciertas situaciones, como tomar un café, pueden desencadenar antojos irresistibles en un fumador.


Imagen de ilustración Pixabay

De hecho, los experimentos realizados en ratas permitieron visualizar este fenómeno en acción. Los animales fueron sometidos a pruebas donde un sonido anunciaba la llegada de un azúcar. Los científicos observaron que las disminuciones de KCC2 provocaban no solo un aumento del ritmo de descarga de las neuronas, sino también ráfagas sincronizadas que amplifican la liberación de dopamina.


Desde un punto de vista práctico, las implicaciones de estos descubrimientos se extienden más allá de la comprensión fundamental. Abren vías para intervenir en aprendizajes patológicos, como los observados en la depresión o la esquizofrenia. Al dirigirse a esta proteína, podría ser posible restaurar mecanismos de aprendizaje saludables, ofreciendo así nuevos enfoques terapéuticos para diversos trastornos neurológicos.

Publicada en Nature Communications, el estudio también exploró el efecto de medicamentos como el diazepam. Estas sustancias actúan sobre los receptores celulares y pueden favorecer la coordinación entre neuronas, mejorando la eficacia de los circuitos cerebrales. Esta dimensión añade un aspecto más detallado a nuestra comprensión de la comunicación neuronal y su modulación por agentes farmacológicos.

Para lograr estos resultados, los investigadores combinaron varios métodos: electrofisiología, farmacología, fotometría por fibra, análisis moleculares y modelización informática. La elección de las ratas resultó acertada por su fiabilidad en las tareas de recompensa, permitiendo recopilar datos estables y reproducibles sobre los mecanismos cerebrales en juego.

Alexey Ostroumov, autor principal del estudio, indica que estos trabajos muestran nuevas formas en que el cerebro regula los intercambios entre neuronas. Al prevenir las perturbaciones de esta comunicación o al restablecerla cuando está alterada, se pueden envisagar tratamientos mejorados para toda una gama de desórdenes cerebrales, desde adicciones hasta enfermedades psiquiátricas.

El papel de la dopamina en el aprendizaje


La dopamina a menudo se califica como la molécula del placer, pero su acción es mucho más matizada. Actúa como una señal química que informa al cerebro de la importancia de un evento o una acción. Cuando una experiencia se percibe como beneficiosa, las neuronas dopaminérgicas liberan esta sustancia, reforzando las conexiones neuronales asociadas a esa situación. Este refuerzo guía nuestras futuras decisiones al impulsarnos a reproducir los comportamientos que condujeron a una recompensa.


En el marco del estudio, los investigadores midieron cómo las modificaciones de KCC2 modifican la actividad de estas neuronas. Una disminución de la proteína conlleva un aumento de su frecuencia de descarga, lo que amplifica la señal de recompensa. Esto significa que el cerebro aprende más rápido a asociar una pista, como un sonido o un lugar, a un beneficio esperado, ya sea un dulce o una sustancia adictiva.

Este mecanismo explica por qué ciertos hábitos, buenos o malos, se establecen tan rápidamente. Por ejemplo, cuando un fumador asocia sistemáticamente su pausa café con un cigarrillo, la liberación de dopamina refuerza este vínculo hasta que el simple hecho de tomar un café desencadena un deseo irrefrenable de fumar. Comprender este proceso permite envisagar intervenciones dirigidas para debilitar estas asociaciones no deseadas.

Es importante notar que la dopamina no funciona de forma aislada; interactúa con otros sistemas cerebrales para regular la motivación y la memoria. Los descubrimientos sobre KCC2 muestran que el equilibrio iónico en las neuronas, influenciado por esta proteína, es determinante para modular la intensidad de las señales dopaminérgicas. Esta interacción abre perspectivas para desarrollar tratamientos que ajusten finamente estos procesos sin perturbar el conjunto del cerebro.

Fuente: Nature Communications
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