La lluvia de Miami transporta mucho más que simples gotas de agua. Investigadores de la Universidad Internacional de Florida (FIU) han revelado que el agua de lluvia en esta región contiene "productos químicos eternos", o PFAS, sustancias contaminantes que, al circular a través del ciclo del agua, contaminan zonas mucho más allá de sus fuentes iniciales.
Durante más de un año, el equipo recolectó 42 muestras de agua de lluvia en el condado de Miami-Dade e identificó 21 variedades de PFAS, incluidos PFOS y PFOA, sustancias prohibidas debido a sus riesgos cancerígenos. A pesar de la prohibición, las versiones modernas de estos compuestos persisten en los productos de consumo y se infiltran en las lluvias del sur de Florida.
La presencia de ciertos PFAS en las muestras recolectadas podía estar relacionada con fuentes locales, pero otras sustancias parecen provenir de lugares lejanos. Esta dispersión a través de la atmósfera, según lo informado en
Atmospheric Pollution Research, muestra que los PFAS viajan largas distancias, agravando la contaminación mundial.
Natalia Soares Quinete, profesora asistente de química y autora principal del estudio, indica que el aire y las masas de aire transportan estos contaminantes a zonas donde terminan afectando las aguas superficiales y los acuíferos subterráneos, ilustrando la magnitud de la contaminación.
Estas sustancias están diseñadas para ser extremadamente resistentes: productos como los empaques de alimentos, las prendas de vestir o los utensilios antiadherentes se fabrican con PFAS que no se degradan fácilmente. Una vez liberadas en el medio ambiente, estas sustancias se acumulan, exponiendo a los humanos y la fauna a riesgos como daños hepáticos, renales, problemas de fertilidad e incluso ciertos tipos de cáncer.
El equipo de Quinete lleva varios años estudiando la presencia de estos contaminantes en el sur de Florida. Los PFAS se han detectado en el agua potable, en aguas superficiales como la bahía de Biscayne, e incluso en la fauna local, como ostras, peces y langostas, lo que sugiere una cadena de contaminación en los ecosistemas.
La lluvia, etapa lógica de su investigación, resulta ser un vector inesperado. El fenómeno estudiado por el equipo demuestra que los PFAS pueden evaporarse o adherirse a partículas atmosféricas, circulando así a través de las corrientes de aire antes de ser depositadas en el suelo por las precipitaciones.
Entre octubre de 2021 y noviembre de 2022, los compuestos PFCA, comunes en espumas extinguidores de incendios y empaques, se encontraron en el 74 % de las muestras. Sus concentraciones aumentan significativamente durante la temporada seca, cuando corrientes de aire del norte alcanzan Miami, trayendo PFAS producidos en otras regiones.
Maria Guerra de Navarro, estudiante de doctorado y coautora del estudio, explica que la sequía facilita la dispersión de partículas cargadas con PFAS, que luego se depositan con la lluvia. Estas observaciones permiten comprender mejor las dinámicas de transporte de estas sustancias.
Con estos nuevos datos, los investigadores esperan influir en la adopción de medidas para limitar la difusión de los PFAS. Guerra de Navarro destaca la importancia de esta concienciación: lo que se emite en una región puede contaminar otros territorios, recordando que la prevención de esta contaminación es un desafío mundial.
Fuente: Atmospheric Pollution Research