Hace aproximadamente 167 600 años, una estrella supergigante azul en la Gran Nube de Magallanes explotó, creando la supernova SN 1987A. Este fenómeno cósmico, que se hizo visible en la Tierra el 24 de febrero de 1987, continúa despertando la curiosidad de los científicos. En particular, aquellos del Instituto SETI sugieren que civilizaciones extraterrestres avanzadas podrían utilizar este evento como un punto de referencia para sincronizar sus señales con nosotros.
Imagen por el telescopio espacial Hubble del remanente de la supernova SN 1987A.
Imagen NASA
El elipsoide de SETI se define como un volumen de forma elíptica con la Tierra y SN 1987A como puntos focales. Los lugares en su perímetro marcan los puntos donde la luz de la supernova ha tenido suficiente tiempo para alcanzar una estrella y para que una vida tecnológica en un planeta orbitando esa estrella pueda enviar una señal que nos llegue hoy. Este enfoque se basa en el concepto de punto de Schelling en teoría de juegos, utilizado para coordinar las acciones entre dos partes sin comunicación previa.
Históricamente, la idea de utilizar eventos astronómicos como supernovas para la búsqueda SETI no es nueva. Fue propuesta desde los años 1970, pero es el descubrimiento de SN 1987A lo que ha abierto verdaderamente este camino. Sin embargo, las incertidumbres relacionadas con la distancia de las estrellas cercanas al elipsoide han representado durante mucho tiempo un obstáculo importante, haciendo difícil la búsqueda de señales sincronizadas con precisión.
Una animación que muestra el crecimiento del elipsoide de SETI con el tiempo. El elipsoide de SETI es una elipse en el espacio con la Tierra en uno de sus focos y SN 1987A en el otro. Las estrellas en el perímetro del elipsoide habrán visto la supernova y cualquier señal extraterrestre podría estar sincronizada con ella.
Crédito: Zayna Sheikh
La llegada de la misión Gaia de la Agencia Espacial Europea, que tiene como objetivo medir las posiciones y características de mil millones de estrellas, ha revolucionado esta situación. Gracias a Gaia, los astrónomos han comenzado a obtener las mediciones precisas necesarias para explorar el elipsoide de SETI alrededor de SN 1987A. Un equipo dirigido por James Davenport de la Universidad de Washington en Seattle ha combinado estos datos con las observaciones del satélite TESS de la NASA, identificando 32 estrellas en la Zona de Visualización Continua que podrían estar en el elipsoide de SETI.
A pesar de un análisis detallado de la luz de estas estrellas, no se detectó ninguna anomalía que indicase una firma tecnológica. Sin embargo, el elipsoide de SETI sigue creciendo y moviéndose hacia otras estrellas, ofreciendo nuevas oportunidades para la búsqueda. Proyectos futuros como PANOSETI y el Observatorio Vera C. Rubin prometen ampliar aún más los horizontes de esta fascinante búsqueda de señales de civilizaciones más allá de la nuestra.
Fuente: The Astronomical Journal