La competencia espacial global se intensifica, con proyecciones alarmantes para Estados Unidos frente al ascenso fulgurante de China. Un informe reciente, titulado "Redshift" y publicado por la Commercial Space Federation, muestra cómo Pekín podría convertirse en la primera potencia espacial dentro de una década, gracias a inversiones masivas y una estrategia coordinada.
El informe indica que China podría ganar la carrera para regresar a la Luna, con un proyecto de base lunar operativa para 2035.
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China avanza a un ritmo sostenido en la exploración lunar, con el objetivo de un aterrizaje humano para 2030. Ya ha logrado hitos clave como el retorno de muestras de la cara oculta de la Luna y la cartografía detallada de su superficie. Paralelamente, la estación espacial Tiangong, ahora operativa, simboliza su presencia en órbita baja, mientras que los retrasos del programa Artemis de la NASA, debidos en parte a problemas técnicos con la nave Starship de SpaceX, frenan las ambiciones estadounidenses.
Más allá de la Luna, China desarrolla megaconstelaciones de satélites para competir con Starlink, la red de satélites de comunicación de SpaceX, y planea proyectos ambiciosos como un telescopio espacial que rivalice con el James Webb y una central solar orbital. Sus seis puertos espaciales operativos permiten lanzamientos frecuentes, reforzando su capacidad para desplegar infraestructuras espaciales de forma rápida y eficaz.
La colaboración internacional juega un papel crucial en esta expansión, con la iniciativa "Ruta espacial de la seda" que implica más de 80 proyectos con países como Rusia e India. Este enfoque contrasta con los recortes presupuestarios impuestos a la NASA durante la administración Trump, que amenazan la competitividad estadounidense y podrían provocar una pérdida de influencia global en el ámbito espacial.
La estación espacial china Tiangong, completada en 2023, alberga astronautas de forma permanente.
Crédito: China Manned Space Agency
La exploración lunar y sus desafíos
La exploración lunar representa un desafío tecnológico mayor, que implica el desarrollo de cohetes capaces de transportar humanos y material a la Luna. Las misiones buscan estudiar la geología lunar, buscar recursos como agua helada en los polos, y preparar bases para estancias prolongadas.
La cara oculta de la Luna, menos explorada, ofrece oportunidades científicas únicas, como la observación del Universo sin interferencias terrestres.
Las bases lunares podrían servir como trampolín para misiones a Marte, probando tecnologías de soporte vital y producción de energía. La competencia entre naciones acelera la innovación, pero plantea cuestiones sobre la gobernanza espacial y el uso pacífico de los recursos extraterrestres.
Fuente: Commercial Space Federation