¿Está usted sano, no presenta ningún factor de riesgo, pero el espectro de la COVID persistente le asusta y espera protegerse de ella con refuerzos de la vacuna contra la COVID-19?
Esta estrategia sería de poca utilidad para reducir su riesgo de COVID persistente, sugiere un estudio publicado en la revista
Clinical Infectious Diseases por un equipo de la Facultad de Medicina, del Centro de investigación del CHU de Quebec - Universidad Laval y del Instituto nacional de salud pública de Quebec.
"Hay dos formas en las que la vacuna contra la COVID-19 puede prevenir la COVID persistente", destaca la responsable del estudio, Sara Carazo. "La primera, que ha sido ignorada en muchos estudios, es reduciendo el riesgo de infección por COVID-19. Si no contrae la infección, no puede tener COVID persistente. La segunda es reduciendo el riesgo de que las personas que han tenido la COVID-19 desarrollen síntomas persistentes. Nuestro estudio cubre estos dos componentes."
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El equipo de investigación estudió la cuestión en un grupo de más de 14,000 trabajadoras y trabajadores de la red de salud de Quebec. El período cubierto por el estudio se subdividió en dos bloques. El primero, que va del 3 de enero al 18 de diciembre de 2021, es el período anterior a la llegada de la variante Ómicron. El segundo, que se extiende del 19 de diciembre de 2021 al 20 de febrero de 2023, forma parte del período Ómicron.
Los análisis revelaron que, durante el período pre-Ómicron, la vacunación redujo en un 90% el riesgo de COVID persistente. "Las primeras vacunas fueron muy eficaces para prevenir la infección y esto se tradujo en una protección elevada contra la COVID persistente", explica la profesora Carazo.
Durante el período Ómicron, en las personas que no habían tenido la COVID-19, la vacunación redujo el riesgo de COVID persistente en un 57%, pero esta protección disminuía rápidamente y se volvía prácticamente nula después de 6 meses. "Durante este período, la eficacia de la vacuna contra la COVID-19 era solo del 41%, mientras que era del 95% después de 2 dosis durante el período pre-Ómicron. Además, la duración de la protección contra la infección disminuyó con la llegada de esta variante", precisa la investigadora.
Finalmente, el equipo de investigación constató que las personas que habían tenido la COVID-19 y que habían sido vacunadas al menos dos veces se beneficiaban de una reducción de más del 80% del riesgo de COVID persistente. Este porcentaje no se veía afectado por el número de dosis recibidas, por la variante en cuestión o por el tiempo transcurrido desde la última vacunación.
"Nuestros resultados sugieren que las primeras vacunas disminuyeron fuertemente el riesgo de COVID persistente. Por el contrario, ahora que la gravedad de la infección ha disminuido y que una buena parte de la población ha sido vacunada y ha tenido COVID-19, el riesgo de COVID-19 grave y de COVID persistente se ha vuelto bajo. El hecho de recibir un refuerzo de la vacuna no parece aportar beneficios adicionales, al menos no a las personas que no presentan factores de riesgo", resume la profesora Carazo.
Los firmantes del
estudio publicado en
Clinical Infectious Diseases son
Sara Carazo, Jonathan Phimmasone, Katia Giguère, Manale Ouakki, Denis Talbot, Charles-Antoine Guay, Chantal Sauvageau, Nicholas Brousseau y Gaston De Serres. Danuta Skowronski, del BC Centre for Disease Control de la Columbia Británica, completa la lista.
Fuente: Universidad Laval