La astronomía alcanza un hito histórico con la primera observación directa de un dúo de agujeros negros orbitando uno alrededor del otro. Este descubrimiento trascendental aporta finalmente una prueba visual tangible de la existencia de estos sistemas binarios, largamente sospechados pero nunca claramente distinguidos.
Gracias a la combinación de telescopios terrestres y espaciales, los astrónomos han detectado mínimas variaciones en las ondas de radio emitidas por esta pareja cósmica situada a 5 mil millones de años luz de nuestro planeta. Los dos objetos celestes completan su revolución mutua en doce años terrestres, formando una danza gravitacional perfectamente sincronizada. El más pequeño de los dos agujeros negros presenta un chorro de partículas que se desplaza a una velocidad cercana a la de la luz, cuya trayectoria sinuosa evoca el movimiento de una manguera de riego en rotación.
Representación artística de dos agujeros negros en interacción
Crédito: AiVreaSaStii / pixabay
El compañero principal de este sistema, identificado bajo el nombre de blazar OJ287, es un verdadero coloso cósmico con una masa equivalente a 18 mil millones de veces la de nuestro Sol. Estos agujeros negros supermasivos se forman generalmente en el corazón de las galaxias y pueden emitir radiaciones extremadamente potentes cuando absorben materia.
Mauri Valtonen, astrónomo de la Universidad de Turku en Finlandia y primer autor del estudio, subraya que los agujeros negros mismos son invisibles pero que se pueden detectar indirectamente gracias a los chorros de partículas que emiten o al gas calentado que los rodea.
Al comparar las características de la imagen obtenida con las predicciones teóricas establecidas desde hace décadas, los investigadores han podido identificar dos componentes distintos correspondientes a los chorros de cada agujero negro.
Los archivos astronómicos revelan que OJ287 ya era observado a finales del siglo XIX, mucho antes de que la existencia de los agujeros negros fuera establecida teóricamente. Las variaciones regulares de luminosidad del sistema habían llevado a los científicos a plantear la hipótesis, ya en los años 1980, de la presencia de dos objetos en órbita. Las nuevas observaciones confirman esta intuición al mismo tiempo que abren nuevas perspectivas para el estudio de las interacciones gravitacionales entre estos objetos extremos.
Diagrama teórico (izquierda) mostrando la posición de los agujeros negros y sus chorros en el momento de la observación, e imagen de radio (derecha) correspondiente
Crédito: Valtonen et al, 2025
Aunque este descubrimiento representa un avance mayor, los investigadores se mantienen prudentes y reconocen que los chorros de los dos agujeros negros podrían superponerse parcialmente en las imágenes actuales. La comunidad científica espera con impaciencia el desarrollo de nuevos instrumentos para confirmar definitivamente la presencia de los dos objetos y observar con más precisión el movimiento característico del agujero negro más pequeño.
Fuente: The Astrophysical Journal