Estás en una terraza con amigos y, al final de la velada... estás cubierto de picaduras, mientras que tu vecino no tiene ninguna? No es cuestión de mala suerte: los mosquitos tienen sus favoritos. Pero, ¿cómo eligen a sus víctimas? El secreto está en el aire que respiras... ¡y en tu piel!
Imagen de ilustración Pixabay
Los mosquitos se sienten primero atraídos por el
dióxido de carbono (CO₂), el gas que exhalamos al respirar. Cuanto más produce una persona, más detectable es. Por eso suelen atacar a adultos, mujeres embarazadas o personas que hacen ejercicio: respiran más rápido o profundamente, lo que emite más CO₂. Para un mosquito, es una señal clara: "¡hay sangre cerca!"
Pero eso no es todo. Una vez cerca, los mosquitos usan su olfato para analizar la piel. Cada individuo desprende una mezcla única de
olores, influenciada por las bacterias en la piel y sustancias como el ácido láctico. Algunos de estos olores les resultan muy atractivos. Es como si tu piel les enviara una invitación invisible.
El
color de la ropa también influye. Los mosquitos se sienten más atraídos por tonos oscuros, como el negro, porque retienen más calor. Y, sorprendentemente, tu
grupo sanguíneo también podría importar. Estudios han demostrado que suelen preferir a las personas del grupo O, mientras que las del grupo A les atraerían menos. Aún no se sabe exactamente por qué, pero la diferencia es real.
Afortunadamente, los repelentes pueden confundir sus sensores. Les impiden percibir correctamente las señales químicas y los olores corporales. Los productos con
DEET o
aceite de eucalipto limón son de los más efectivos para mantenerlos a raya.
Si te pican a menudo, no es una condena. Probablemente se deba a una combinación de tu respiración, tu olor corporal y tu grupo sanguíneo. La ciencia sigue estudiando estos mecanismos, y ¿quién sabe? Quizás algún día tengamos un perfume para volvernos realmente invisibles para los mosquitos.