Un equipo de investigadores acaba de demostrar que nuestro cerebro reacciona de manera diferente según si nos enfrentamos a una mentira proveniente de un amigo o de un desconocido, abriendo perspectivas inéditas sobre los mecanismos neurológicos de la confianza.
El estudio dirigido por Yingjie Liu en la Universidad de Ciencias y Tecnologías de China del Norte involucró a 66 participantes sometidos a interacciones sociales simuladas. Los científicos observaron que las mentiras eran más fácilmente aceptadas cuando la relación entre los individuos era amistosa. Esta tendencia se acentuaba particularmente en situaciones donde ambas partes podían beneficiarse de una recompensa común, creando una forma de complicidad cerebral entre los compañeros.
El análisis de la actividad cerebral reveló patrones distintos según las situaciones. En contextos de ganancia potencial, los amigos presentaban una sincronización aumentada en las regiones cerebrales vinculadas al sistema de recompensa. Por el contrario, frente a riesgos de pérdida, era en las zonas dedicadas a la evaluación de peligros donde sus cerebros se coordinaban. Esta sincronización neuronal permitía incluso a los investigadores predecir con precisión si una persona iba a dejarse engañar.
Los mecanismos cerebrales identificados explican por qué podemos ser más crédulos con nuestros seres queridos. Nuestro cerebro parece privilegiar el mantenimiento de los vínculos sociales y la obtención de beneficios mutuos más que un análisis objetivo de la veracidad de la información. Este descubrimiento ilumina bajo una nueva luz las dinámicas de grupo y los fenómenos de credulidad colectiva que pueden ocurrir en ciertos círculos sociales.
Estos trabajos publicados en el
Journal of Neuroscience podrían tener implicaciones prácticas importantes. Al comprender mejor las bases neurológicas de la detección de mentiras, sería posible desarrollar herramientas para mejorar nuestro discernimiento en las relaciones profesionales y personales. La investigación también abre pistas para comprender mejor ciertos trastornos psicológicos donde la percepción de la verdad está alterada.
El sistema de recompensa cerebral
El sistema de recompensa es un conjunto de estructuras cerebrales que regulan nuestra motivación y nuestro comportamiento en respuesta a estímulos placenteros. Principalmente localizado en el sistema límbico, involucra en particular el núcleo accumbens y el área tegmental ventral.
Este sistema se activa cuando anticipamos o recibimos una recompensa, ya sea material, social o afectiva. Libera dopamina, un neurotransmisor que produce una sensación de placer y refuerza los comportamientos beneficiosos para nuestra supervivencia y nuestro bienestar.
En las interacciones sociales, el sistema de recompensa juega un papel en el mantenimiento de las relaciones. Se activa cuando compartimos momentos agradables con nuestros seres queridos, creando una asociación positiva que favorece la cooperación y la confianza mutua.
El estudio muestra que este sistema puede a veces volvernos más vulnerables a las mentiras, porque la anticipación de una recompensa común con un amigo puede disminuir nuestra vigilancia crítica. Este descubrimiento muestra la importancia del equilibrio entre confianza y discernimiento en nuestras relaciones sociales.
Fuente: Journal of Neuroscience