Desde hace varios años, algunas playas del Caribe, México, África Occidental e incluso la Guayana Francesa están siendo invadidas por enormes mantos de algas marrones. Estas algas se llaman sargazos. Varían en masa, desprenden un olor a huevo podrido y preocupan tanto a los habitantes como a los científicos. Pero, ¿de dónde vienen y por qué llegan en cantidades tan grandes?
¿Qué son exactamente los sargazos?
Los sargazos son algas marrones que flotan naturalmente en el mar. Provienen de una zona llamada el "Mar de los Sargazos", en el Atlántico Norte. Allí viven en la superficie, sin adherirse nunca al fondo del agua, y forman un ecosistema útil: albergan peces, tortugas y aves marinas.
Sargazos cerca de la isla Tintamare, en la reserva natural nacional de Saint-Martin.
Imagen Wikimedia
Pero desde 2011, se observa un fenómeno extraño: se ha formado un enorme cinturón de algas que se extiende miles de kilómetros entre África y América. Este cinturón se desplaza y arroja regularmente toneladas de sargazos a las costas.
¿Por qué ha aumentado este fenómeno?
Los científicos creen que varios factores se combinan:
- Las aguas más cálidas, causadas por el cambio climático, favorecen el rápido crecimiento de los sargazos.
- La escorrentía de nutrientes (como nitrógeno o fósforo) provenientes de la agricultura y los ríos (especialmente el Amazonas) alimenta estas algas, como si fueran fertilizante.
- Las corrientes marinas pueden transportar estas algas a distancias muy largas.
Resultado: una proliferación descontrolada y cada vez más frecuente.
Un peligro para los ecosistemas... y los humanos
Cuando llegan a las playas, los sargazos se pudren rápidamente. Esto libera sulfuro de hidrógeno, un gas tóxico en altas concentraciones, que huele a huevo podrido y puede causar dolores de cabeza, irritaciones o náuseas.
También perjudican al turismo, asfixian la fauna marina y requieren enormes esfuerzos para ser retirados.
Se están realizando investigaciones para predecir mejor su llegada, recolectarlas en el mar de manera más eficiente e incluso... ¡aprovecharlas! Algunas empresas buscan transformar los sargazos en compost, papel o biocombustible. Pero, por ahora, el fenómeno sigue siendo difícil de controlar.