Cédric - Martes 16 Diciembre 2025

🌋 ¿Podría una erupción volcánica ser el origen de la peste negra en Europa?

El siglo XIV europeo estuvo marcado por una convulsión demográfica de una magnitud sin precedentes con la peste negra. Una investigación interdisciplinaria publicada en Communications Earth & Environment reconstruye la cadena de causalidad, donde un evento natural lejano condicionó directamente el curso de la historia humana al crear las condiciones para una transferencia patógena a gran escala.

El estudio realizado por un equipo de historiadores y geógrafos no se limita a analizar la difusión de la bacteria Yersinia pestis. Rastrea minuciosamente cómo una perturbación climática súbita desajustó los sistemas agrícolas y comerciales del Mediterráneo, forzando decisiones que tuvieron consecuencias trágicas. Este enfoque permite comprender por qué la pandemia golpeó con tanta violencia en un momento preciso, y no décadas antes o después.


Imagen ilustrativa Pixabay


La firma de un volcán olvidado en el clima del siglo XIV



Los testigos de hielo extraídos en Groenlandia y la Antártida revelan un pico de sulfato alrededor del año 1345. La similitud de las concentraciones en ambos polos indica una erupción volcánica mayor, probablemente situada en los trópicos. Este evento proyectó en la estratosfera un velo de aerosoles que filtró la radiación solar durante varios años. Los anillos de crecimiento de los árboles europeos, particularmente sensibles a la temperatura, registran las consecuencias directas de este episodio.

Los datos dendrocronológicos muestran que los veranos de 1345 a 1347 fueron excepcionalmente fríos en el sur de Europa. Los círculos de crecimiento estrechos, e incluso los "anillos azules", dan testimonio de un estrés fisiológico importante en los árboles. Paralelamente, las crónicas medievales dan cuenta de fenómenos ópticos inusuales, como eclipses lunares anormalmente oscuros o un cielo persistentemente velado. Estos testimonios históricos corroboran perfectamente los indicios físicos de un invierno volcánico prolongado.

Este período de enfriamiento rápido tuvo un impacto inmediato y severo en la agricultura mediterránea. Las cosechas de cereales y vides, dependientes de temperaturas estivales suficientes, experimentaron fracasos repetidos. Los suelos, ya fragilizados por otoños anormalmente húmedos, sufrieron una erosión acrecentada. En pocos años, se instaló una situación de escasez alimentaria estructural, poniendo en peligro el abastecimiento de las ciudades densamente pobladas de Italia.

De la crisis alimentaria a la introducción del patógeno


Enfrentadas a hambrunas locales, las poderosas repúblicas marítimas italianas como Génova y Venecia tuvieron que recurrir a importaciones masivas de trigo. Sus redes comerciales, ya extensas, se volcaron hacia los graneros del mar Negro, bajo control de la Horda de Oro mongola. Se concluyeron acuerdos en la primavera de 1347 para levantar los embargos y organizar convoyes marítimos de emergencia. Esta reacción logística, aunque vital para alimentar a las poblaciones, creó un corredor directo entre una zona donde la peste era endémica y el corazón de Europa.


Los barcos que regresaban de Crimea en el verano de 1347 transportaban en sus bodegas mucho más que grano. Los investigadores sugieren que las pulgas infectadas por Yersinia pestis sobrevivieron al largo viaje alimentándose de polvo de cereales y residuos orgánicos. Este modo de transporte pasivo, ya documentado a principios del siglo XX, habría permitido al patógeno franquear el mar Negro y el Mediterráneo sin necesitar huéspedes vivos durante toda la travesía.

La llegada de estos barcos a los puertos italianos coincide cronológicamente con los primeros focos humanos de peste. Venecia y Génova fueron afectadas solo unas semanas después del desembarco de las cargas. El ciclo epidemiológico pudo entonces comenzar: las pulgas infectadas contaminaron primero a las poblaciones de roedores urbanos, antes de transmitirse al hombre una vez que sus huéspedes primarios fueron diezmados. La infraestructura comercial, diseñada para paliar una crisis climática, se había convertido en el vector de una catástrofe sanitaria.

Autor del artículo: Cédric DEPOND
Fuente: Communications Earth & Environment
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