Hace 26 millones de años, una ballena de apariencia engañosamente adorable cazaba en las costas de Australia. Sus grandes ojos y dientes afilados la convertían en un depredador temible.
Esta ballena, llamada
Janjucetus dullardi, es un pariente lejano de las actuales ballenas barbadas, como la gigantesca ballena azul. A diferencia de estas, era mucho más pequeña y tenía un cuerpo robusto, adaptado para la velocidad. Sus restos, descubiertos en la costa sureste de Australia, pertenecían a un individuo juvenil de aproximadamente 2,1 metros de largo.
El Janjucetus dullardi recién descrito se conoce a partir de restos juveniles. Esta ilustración muestra un pequeño J. dullardi con su madre.
Crédito: Obra de Ruairidh Duncan. Fuente: Museums Victoria
Los fósiles de
J. dullardi fueron descubiertos por Ross Dullard, un director de escuela, durante un paseo por la playa de Half Moon Bay. Estos fósiles, expuestos en la base de un acantilado erosionado, fueron datados entre 24 y 28 millones de años. Este hallazgo permitió a los científicos aprender más sobre la evolución de las ballenas.
Los análisis, que incluyeron fotografías y escaneos microCT, revelaron que
J. dullardi era una especie hasta entonces desconocida de mammalodóntidos. Estas pequeñas ballenas vivían en aguas cálidas y poco profundas frente a Australia y Nueva Zelanda durante la Época del Oligoceno. La región se ha convertido en un lugar clave para el descubrimiento de fósiles de ballenas antiguas.
Los investigadores continúan explorando la zona, con la esperanza de descubrir otras especies que puedan arrojar luz sobre la historia evolutiva de las ballenas. Estos hallazgos destacan la importancia de las contribuciones del público a la ciencia, como la de Ross Dullard, que permitió escribir un nuevo capítulo en la evolución de las ballenas.
Los científicos han nombrado tres especies de mammalodóntidos a partir de fósiles descubiertos en Victoria, al sureste de Australia.
Crédito: Obra de Ruairidh Duncan. Fuente: Museums Victoria
¿Cómo evolucionaron las ballenas para convertirse en los gigantes de los mares?
Las ballenas actuales, como la ballena azul, son los animales más grandes que jamás hayan vivido en la Tierra. Su evolución a partir de pequeños mamíferos terrestres es un ejemplo notable de adaptación a la vida acuática. Hace unos 50 millones de años, sus ancestros comenzaron a regresar al océan, desarrollando, entre otras cosas, características diferentes a las de los peces en cuanto a aletas y cola.
Con el tiempo, algunas especies desarrollaron barbas para filtrar plancton, mientras que otras, como
Janjucetus dullardi, conservaron dientes para cazar. Esta diversidad muestra cómo las ballenas exploraron diferentes nichos ecológicos antes de que las especies con barbas dominaran.
Los descubrimientos de fósiles como
J. dullardi ayudan a los científicos a comprender esta transición. Revelan cómo los cambios anatómicos, como la reducción de las extremidades posteriores y el desarrollo de la cola, permitieron a las ballenas convertirse en nadadoras eficientes.
Esta historia evolutiva aún se está reescribiendo, con cada nuevo descubrimiento aportando piezas faltantes al rompecabezas.
¿Por qué Australia es un punto clave para los fósiles de ballenas antiguas?
Australia, en particular la región de Victoria, se ha convertido en un lugar privilegiado para el descubrimiento de fósiles de ballenas antiguas. Esta abundancia se explica por las condiciones geológicas únicas de la región, que favorecieron la preservación de fósiles en sedimentos marinos antiguos.
Los acantilados costeros, como los de Jan Juc Marl, son constantemente erosionados por las olas, exponiendo capas geológicas ricas en fósiles. Estas condiciones permiten que los fósiles sean accesibles para los investigadores e incluso para paseantes afortunados, como Ross Dullard.
Las aguas cálidas y poco profundas que cubrían la región durante el Oligoceno ofrecían un hábitat ideal para las ballenas antiguas. Estos entornos eran ricos en presas, sustentando una diversidad de especies que dejaron tras de sí abundantes rastros fósiles.
Fuente: Zoological Journal of the Linnean Society