Convertirse en padre o madre podría ofrecer mucho más que una vida enriquecida: una protección contra algunos efectos del envejecimiento cerebral. Un estudio reciente, realizado con 37 000 adultos, revela que los padres presentan conexiones cerebrales reforzadas, especialmente en las redes relacionadas con el movimiento, la percepción sensorial y las interacciones sociales.
Esta investigación, publicada en los
Proceedings of the National Academy of Sciences, sugiere que la parentalidad, y no únicamente el embarazo, juega un papel clave en estos cambios. Los efectos son acumulativos: cuantos más hijos tienen los padres, más marcadas son las modificaciones cerebrales. Estos resultados cuestionan la idea de que la parentalidad es únicamente una fuente de estrés, destacando sus beneficios potenciales para la salud cognitiva.
Parentalidad y conexiones cerebrales: un efecto protector
El estudio, realizado a partir de los datos de la UK Biobank, analizó los escáneres cerebrales de cerca de 37 000 adultos. Los investigadores se centraron en las redes cerebrales implicadas en el movimiento, la sensación y las interacciones sociales. Descubrieron que estas redes, que generalmente muestran un declive en la conectividad con la edad, están reforzadas en los padres.
Este aumento de la conectividad funcional es particularmente notable en las áreas relacionadas con la motricidad y la percepción sensorial. Los investigadores explican que estos cambios podrían resultar de las estimulaciones físicas y cognitivas constantes que implica la crianza de los hijos. Por ejemplo, actividades repetidas como cargar a un niño o jugar con él activan fuertemente estas redes cerebrales.
Además, los padres muestran una mayor conectividad en las regiones asociadas con las interacciones sociales. Estas zonas, a menudo afectadas por el envejecimiento, parecen beneficiarse de los intercambios frecuentes y variados que implica la vida familiar. Los investigadores destacan que estos resultados sugieren un fuerte vínculo entre lo que se conoce como el "entorno de cuidado" (sistema de comportamientos entre padres e hijos) y la preservación de la salud cerebral.
Un impacto acumulativo y universal
El estudio revela que los efectos positivos de la parentalidad sobre el cerebro son proporcionales al número de hijos. Cuantos más hijos tienen los padres, más reforzada está la conectividad cerebral en las redes relacionadas con el movimiento y la sensación. Esta observación sugiere que cada hijo adicional contribuye a preservar la juventud del cerebro, contrarrestando los efectos naturales del envejecimiento.
Es notable que estos beneficios afectan tanto a las madres como a los padres. Esto indica que el entorno de cuidado, y no únicamente los cambios biológicos relacionados con el embarazo, juega un papel clave. Los padres, aunque no experimentan las transformaciones físicas de la maternidad, muestran modificaciones cerebrales similares, destacando la importancia de su implicación en la educación de los hijos.
Los padres del estudio también demostraron un mayor nivel de conexiones sociales, con visitas familiares más frecuentes y redes sociales ampliadas. Estas interacciones podrían contribuir a reforzar las redes cerebrales asociadas con la cognición social. Sin embargo, los investigadores advierten que, dado que los participantes son mayoritariamente británicos, estos resultados podrían no aplicarse a todas las culturas o estructuras familiares.
Para profundizar: ¿Cómo estimula la parentalidad el cerebro?
Criar hijos implica una actividad física regular, como cargar a un bebé, jugar o correr detrás de un niño pequeño. Estas acciones activan fuertemente las redes cerebrales relacionadas con el movimiento y la sensación, contribuyendo a mantener su conectividad. Esta estimulación física podría explicar en parte los beneficios observados en los padres.
Las interacciones sociales intensas y variadas que implica la parentalidad también juegan un papel clave. Los intercambios con los hijos, pero también con otros padres o miembros de la familia, activan las zonas cerebrales asociadas con la cognición social. Estas interacciones podrían ayudar a preservar estas redes, a menudo afectadas por el envejecimiento.
La parentalidad también exige una estimulación cognitiva constante. Gestionar las necesidades de los hijos, resolver problemas cotidianos o planificar actividades activa funciones ejecutivas y zonas cerebrales relacionadas con la memoria y la toma de decisiones. Estos ejercicios mentales podrían contribuir a mantener una conectividad cerebral robusta, incluso en edades avanzadas.
Autor del artículo: Cédric DEPOND
Fuente: Proceedings of the National Academy of Sciences