Treinta años después del primer descubrimiento de un planeta fuera de nuestro Sistema Solar, el catálogo mantenido por la NASA supera ahora los 6000 exoplanetas confirmados. Este avance no solo refleja los progresos tecnológicos, sino también el esfuerzo colectivo de miles de astrónomos en todo el planeta.
Un censo en constante expansión
Desde el descubrimiento del primer exoplaneta en 1995, la caza de mundos extrasolares se ha acelerado a un ritmo notable. En 2013, solo se habían validado 1000 objetos. Menos de una década después, en 2022, se superó la barrera de los 5000.
El año 2025 marca una nueva etapa con 6007 planetas oficialmente confirmados hasta el 17 de septiembre. La cifra no es anecdótica, ya que más de 8000 candidatos adicionales aún esperan ser examinados.
La NASA clasifica estos exoplanetas en grandes categorías: 2035 son mundos de tipo Neptuno, 1984 son gigantes gaseosos similares a Júpiter o Saturno, 1761 son supertierras, 220 son planetas de tipo terrestre (rocosos, de tamaño cercano al de la Tierra), y 7 son aún de tipo indeterminado.
¿Cómo detectar estos mundos lejanos?
Los exoplanetas casi siempre escapan a la imagen directa. Solo el 1,4 % de los casos corresponden a una observación visual. Los demás se detectan mediante métodos indirectos.
El más utilizado es el del tránsito, que mide la disminución del brillo de una estrella cuando un planeta pasa frente a ella. Permite estimar el tamaño del cuerpo celeste.
La técnica de la velocidad radial suele complementar estas observaciones. Detecta las minúsculas oscilaciones de una estrella provocadas por la atracción gravitacional de su planeta, lo que permite acceder a la masa del objeto.
En busca de una gemela terrestre
El término "tipo terrestre" se refiere hoy a 220 exoplanetas. Designa mundos rocosos de dimensiones comparables a nuestro planeta, pero sin semejanza directa en términos de atmósfera o habitabilidad.
Los descubrimientos revelan sobre todo una diversidad inesperada: planetas de lava, Júpiter calientes en órbitas estrechas, o incluso sistemas dobles que recuerdan al planeta Tatooine de la saga Star Wars.
La NASA subraya que su objetivo principal sigue siendo la identificación de planetas rocosos capaces de albergar vida. El estudio de sus atmósferas, con nuevos instrumentos, podría proporcionar indicios de biofirmas.
Autor del artículo: Cédric DEPOND
Fuente: NASA