Adrien - Miércoles 14 Febrero 2024

Un minúsculo satélite oculto podría formar estos "anillos imposibles"

El Universo nos presenta un nuevo enigma a resolver. En el corazón de esta intriga cósmica se encuentra Chariklo, un pequeño cuerpo celeste clasificado como Centauro, es decir, cuya órbita cruza la de los planetas externos del Sistema solar. Este último navega entre las órbitas de Júpiter y Neptuno. Recientemente, simulaciones informáticas han revelado que un minúsculo satélite podría jugar un papel crucial en la formación y el mantenimiento de sus excepcionalmente finos anillos.


Chariklo y sus dos anillos estrechos, vistos en esta impresión de artista.
Crédito: ESO/L. Calçada/M. Kornmesser/Nick Risinger (skysurvey.org)

Chariklo, el Centauro más grande conocido con un diámetro de aproximadamente 250 kilómetros, sorprendió a la comunidad científica en 2013 cuando una ocultación estelar reveló la existencia de dos anillos estrechos que lo rodean. Este descubrimiento fue un punto de inflexión en nuestra comprensión de los cuerpos menores del sistema solar, resaltando que los anillos no son exclusivos de los gigantes gaseosos.


Los anillos de Chariklo, situados a aproximadamente 391 y 405 kilómetros de su centro, desafían las expectativas. A diferencia de los anillos de los planetas gigantes, que son mantenidos por la imponente gravedad de estos, los de Chariklo deberían, según los modelos informáticos, dispersarse rápidamente. Sin embargo, su persistencia sugiere la influencia de un satélite pastor, un pequeño cuerpo celeste que, con su presencia, moldea y mantiene la estructura estrecha de los anillos.

Este satélite hipotético, de un tamaño cercano a los 3 kilómetros de diámetro, sería demasiado pequeño para ser observado directamente desde la Tierra. No obstante, su existencia podría deducirse durante ocultaciones estelares, eventos en los que Chariklo pasa frente a una estrella y brevemente oculta su luz. La noción de satélites pastores no es nueva y juega un rol reconocido en la dinámica de los anillos de los gigantes gaseosos, como Saturno. Estos guardianes cósmicos regulan la distribución de las partículas en los anillos, evitando su dispersión y favoreciendo su cohesión.

La composición de los anillos de Chariklo, principalmente formada por partículas de hielo de agua, recuerda a la de los anillos de los gigantes gaseosos. Esta similitud aumenta el interés científico por estas estructuras y plantea preguntas sobre su origen, evolución y la naturaleza exacta de las interacciones físicas en juego.

El descubrimiento de estos anillos alrededor de un Centauro como Chariklo amplía nuestra comprensión de la complejidad y diversidad de los fenómenos celestes en nuestro sistema solar. Ilumina los mecanismos dinámicos que pueden existir incluso alrededor de los cuerpos celestes más pequeños, desafiando nuestras expectativas y enriqueciendo nuestro conocimiento.

Fuente: The Planetary Science Journal
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