La gravedad de Marte podría estar influyendo en el clima de la Tierra, según un nuevo estudio.
Evidencia geológica que data de hace más de 65 millones de años, obtenida de cientos de sitios alrededor del mundo, indica que las corrientes oceánicas profundas han experimentado periodos de intensificación o debilitamiento cada 2,4 millones de años. Este fenómeno, denominado "gran ciclo astronómico", coincidiría con interacciones gravitacionales entre la Tierra y Marte durante su órbita alrededor del sol.
Una fotografía de Marte en colores reales, tomada el 24 de febrero de 2007 por el instrumento OSIRIS de la sonda espacial Rosetta de la Agencia Espacial Europea durante su vuelo cercano al planeta. La imagen fue generada utilizando los filtros naranja (rojo), verde y azul del instrumento OSIRIS. La fotografía fue capturada a aproximadamente 240,000 km de distancia del planeta. Su resolución es de aproximadamente 1 pixel = 5 km.
Los corrientes más fuertes, llamados "vórtices gigantes", pueden alcanzar el fondo marino, erosionando los sedimentos acumulados durante periodos de calma. Esta erosión se interrumpe según los ciclos astronómicos. Estas observaciones se basan en el análisis de datos satelitales que abarcan millones de años de acumulación sedimentaria.
De acuerdo con los autores del estudio, la resonancia gravitacional inducida por Marte podría acercar ligeramente la Tierra al sol, exponiendo nuestro planeta a más radiación solar y provocando un clima más cálido, antes de alejarse nuevamente, en un ciclo de 2,4 millones de años.
Esta influencia del Planeta Rojo en nuestro clima recuerda la ejercida por otros objetos astronómicos sobre la Tierra. Sin embargo, los investigadores enfatizan que este efecto de calentamiento no está relacionado con el actual calentamiento global causado por las emisiones de gases de efecto invernadero de origen humano.
Aunque estos hallazgos son especulativos, sugieren que este ciclo podría contribuir a mantener algunos de los corrientes profundos del océano. Los corrientes profundos, especialmente la "Circulación Meridional de Revuelta Atlántica" (AMOC por sus siglas en inglés), desempeñan un papel crucial en el transporte de calor desde los trópicos hacia el hemisferio norte. Los datos del lecho marino sugieren que océanos más cálidos favorecen una circulación profunda más intensa, lo que podría prevenir la estagnación de los océanos incluso si la AMOC se desacelera o se detiene por completo.
Fuente: Nature Communications