Adrien - Viernes 27 Septiembre 2024

Marsella en Francia hace un millón de años: ¿un jardín del Edén?

Hace 1 Ma (millón de años), una ola migratoria proveniente del este y compuesta por hombres (de los homo erectus) y animales (grandes mamíferos), arrasaba la orilla norte-mediterránea con el objetivo de conquistar nuevos territorios.


En esa época, los ecosistemas a los que apuntaban para asegurar su supervivencia eran entornos húmedos, verdaderos oasis de vida y alimento potencial dentro de un entorno mediterráneo mayormente árido. El travertino de Marsella, con su diversidad ecológica, sus plantas comestibles, incluidas proto-cereales, frutas y hierbas, y su recurso de agua, fue un sitio favorable para acoger esta dinámica migratoria.

Un estudio multidisciplinario que involucra al CNRS Terre & Univers (ver recuadro), sobre travertinos calcáreos fluviales, propone una reconstrucción del paleomedio ambiente de Marsella a comienzos del Pleistoceno, hace 1 Ma. Las mediciones de paleomagnetismo permitieron identificar la inversión magnética de Jaramillo y fechar el travertino de Marsella entre 1,06 y 0,8 Ma.


Los datos sedimentológicos muestran la existencia de un entorno de depósito variado, que incluía presas naturales formadas por acumulaciones de plantas estabilizadas por precipitaciones de carbonato, lo cual favorecía el desarrollo de cuerpos de agua aguas arriba, bordeados por marismas. Las relaciones isotópicas del carbono indican que los travertinos de Marsella no son travertinos termales, sino que están asociados con fuentes y flujos de agua fría. Las reconstrucciones climáticas basadas en datos de polen indican un clima ligeramente más frío (especialmente en invierno) y más húmedo que el actual.

Los análisis de polen fósil indican un paisaje vegetal semi-arborado, diverso, en forma de mosaico, dominado por un bosque mediterráneo de pinos y encinas, junto con haya, abeto y picea, especies actualmente raras o que ya no crecen en altitudes bajas de Provenza debido principalmente a la ocupación humana. La presencia del castaño es inesperada en un entorno calcáreo, pero este árbol podía crecer en las arcillas desalcalinizadas del Oligoceno que afloraban por todo el valle de Marsella. A lo largo de los cursos fluviales, el bosque ribereño era diverso e incluía nogal y plátano, como ocurre hoy en el Mediterráneo oriental, y árboles como aliso, sauce, avellano y fresno.

La dieta potencial de los primeros homínidos, que hemos reconstruido a partir del polen y macrorestos vegetales, era variada e incluía los frutos del castaño, avellano, nogal, de las Rosáceas arborescentes como varias especies de ciruelos o manzanos. También se han encontrado restos de vid, lo cual muestra que las uvas ya formaban parte de la dieta de los frugívoros, incluidos los homínidos. Entre las numerosas hierbas comestibles identificadas, destacan las Compuestas, que incluyen muchas ensaladas, ortigas o la malva, una planta especialmente apreciada en el norte de África.


A: Cerealia L = 50,16 µm; B: Cerealia L = 46,02 µm ; C: Cerealia L = 43,66 µm ; D: Cerealia L = 43,26 µm ; E: Secale sp. L = 61,15 µm; F: Delitschia L = 20,3 µm; G: Coniochaeta L = 14,63 µm; H: Valsaria sp. L = 24,59 µm; I: Olea sp. L = 22,39 µm O: Poaceae L = 31,62 µm ; P: Poaceae L = 37,52 µm.


Las poblaciones homínidas también pudieron haber dependido potencialmente de recursos marinos, que eran diversos en ese entonces, y de recursos terrestres, incluidos grandes herbívoros. El hallazgo más sorprendente es la presencia de polen de cereales (proto-cereales debido a su antigüedad), incluido el centeno, que se ha identificado.

Estos proto-cereales, que crecían dentro de las formaciones herbáceas esteparias, podrían haber enriquecido sustancialmente el aporte de carbohidratos en la dieta de los mamíferos (incluidos los homínidos) que frecuentaban la cuenca de Marsella hace un millón de años. La cuenca de Marsella es el tercer sitio, después de los de Acigol y Kocabas (Andrieu-Ponel y col., 2021), en el suroeste de Anatolia, en mostrar la presencia de polen de proto-cereales mucho antes del comienzo del Neolítico, hace 12.000 años.

La identificación de esporas de hongos coprófilos demuestra la presencia in situ de manadas de grandes herbívoros. Es posible que, al igual que en Anatolia, la perturbación de los ecosistemas por parte de los grandes herbívoros esté en el origen de la mutación genética de las Poáceas y de la aparición de los cereales. Estos sitios muestran que las poblaciones humanas no estarían en el origen de la aparición de los cereales, sino que se trataría más bien de un proceso natural ligado a las interacciones bióticas entre las poblaciones de grandes herbívoros y los ecosistemas esteparios.

En el Neolítico, el Hombre, que se convirtió en agricultor por la necesidad debido a la reducción de la fauna mamífera, habría cultivado plantas comestibles que ya existían dentro de los ecosistemas herbáceos. Este nuevo descubrimiento de proto-cereales requiere una nueva visión de la historia de la nutrición humana, como se sugirió anteriormente (Andrieu-Ponel y col., 2021).


Modelo de depósito conceptual para la dinámica sedimentaria continental en el Pleistoceno inferior en la cuenca de Marsella.
Lph: rudstone fitoclástico (presa);
Lst: Fitoherma (entorno pantanoso con juncos);
Sb: calcarenita peloidal-bioclástica (dinámica hidráulica baja a moderada: embalse aguas arriba de una presa);
Lo: rudstones oncolíticos (rellenos de canales fluviales);
cg.: conglomerados (rellenos de canales entrecruzados o barras fluviales);
sl.: limo (llanura de inundación);
fb.: bloques colapsados.

Referencias:
Andrieu y col., Vegetation, climate and habitability in the Marseille basin (S.E. France) circa 1 Ma.
Geosciences 2024, 14(8), 211.

Fuente: CNRS INSU
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