Adrien - Lunes 22 Septiembre 2025

🧠 Los minicerebros de laboratorio podrían volverse conscientes

Los organoides cerebrales, pequeñas estructuras cultivadas a partir de células madre, a menudo se describen como modelos simplificados del cerebro humano. No poseen la complejidad de un cerebro completo, lo que explica por qué durante mucho tiempo han escapado a una regulación estricta.

Sin embargo, algunos investigadores estiman que estos organoides podrían, en un futuro cercano, alcanzar un nivel de conciencia elemental, capaz de sentir sensaciones como el dolor o el placer.



De las células madre a los organoides


Las células madre son capaces de diferenciarse en numerosos tipos celulares especializados, como las neuronas. En laboratorio, se utilizan para crear organoides: modelos miniatura de órganos.

Los organoides cerebrales se obtienen cultivando células madre humanas en condiciones controladas, hasta que forman estructuras cercanas a ciertas partes del cerebro. Estos modelos sirven para estudiar el desarrollo neuronal o ciertas enfermedades sin recurrir directamente a tejidos humanos o a animales vivos.

No son cerebros completos: carecen de redes de conexiones extensas, de aporte sanguíneo natural y de muchas funciones esenciales. Pero reproducen ciertos aspectos del funcionamiento celular y permiten observar cómo las neuronas se comunican y se organizan.

De los organoides a la conciencia



La conciencia sigue siendo difícil de definir, incluso en el ser humano. A menudo se asocia a la autoconciencia o a la capacidad de vivir experiencias subjetivas. En el caso de los organoides, se trataría de una forma mínima de conciencia, limitada a sensaciones elementales. Los investigadores utilizan hoy métodos indirectos, como el análisis de la actividad eléctrica, para inferir su presencia, pero estas herramientas no aportan una prueba definitiva, como recuerdan expertos en revistas como Patterns.

Los avances recientes permiten vislumbrar organoides más sofisticados, integrando vasos sanguíneos artificiales o células adicionales como las microglías. Tales mejoras podrían permitir la emergencia de estructuras capaces de generar actividad consciente, obligando a revisar las reglas éticas actuales. La International Society for Stem Cell Research reconoce ya que las directrices existentes podrían no ser suficientes frente a los progresos venideros.

La cuestión ética se vuelve entonces central: ¿qué hacer si un organoide desarrolla pensamientos o siente una forma de dolor? En ese caso, estas estructuras podrían ser consideradas como entidades morales, al igual que los animales de laboratorio. Varios científicos llaman por tanto a un marco similar, con criterios para evaluar la conciencia y adaptar la regulación.

Fuente: Patterns
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