Los inhaladores, estos dispositivos médicos esenciales para millones de personas que sufren de asma o enfermedad pulmonar obstructiva crónica, ocultan una sombría realidad ambiental. Un reciente estudio realizado por UCLA Health revela el considerable impacto climático de estos tratamientos diarios, planteando preguntas sobre el equilibrio entre la salud humana y la preservación del planeta.
El estudio publicado en
JAMA cuantificó por primera vez a gran escala las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con los inhaladores en Estados Unidos. Los investigadores analizaron los datos de prescripciones durante una década, descubriendo que estos dispositivos médicos generan anualmente más de 2 millones de toneladas de equivalente CO₂. Esta cantidad representa la contaminación anual de aproximadamente 530.000 coches de gasolina, una comparación que da la medida del problema ambiental planteado por estos tratamientos.
Diferentes tipos de inhaladores utilizados para enfermedades respiratorias
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El análisis detallado muestra que los inhaladores de dosis presurizada son responsables del 98% de estas emisiones en los últimos diez años. Estos dispositivos contienen hidrofluorocarbonos utilizados como propelentes, gases con un poder de calentamiento extremadamente elevado. El Dr. William Feldman, neumólogo e investigador principal del estudio, destaca que estas emisiones contribuyen a la creciente huella de carbono del sistema de salud estadounidense, al mismo tiempo que expone a los pacientes con enfermedades respiratorias crónicas a riesgos adicionales.
Sin embargo, existen alternativas, como los inhaladores de polvo seco o los sistemas de niebla suave que administran los medicamentos sin recurrir a gases propelentes. Estas tecnologías menos contaminantes representan una oportunidad para conciliar cuidados médicos eficaces y protección del medio ambiente. El equipo de investigación planea estudiar más a fondo los resultados clínicos comparados entre inhaladores de bajas y altas emisiones, así como las estrategias de los laboratorios farmacéuticos respecto a estas nuevas tecnologías.
La metodología empleada se basa en una base de datos exhaustiva de las prescripciones estadounidenses, cruzada con estudios académicos validados para estimar las emisiones. Los investigadores contemplan ahora extender sus investigaciones a poblaciones específicas, como los beneficiarios de Medicaid, y analizar las políticas de precios y patentes que rodean el despliegue de los inhaladores menos contaminantes. Este enfoque pretende identificar las palancas que permitan reducir el impacto ambiental sin comprometer la atención a los pacientes.
Los hidrofluorocarbonos en los inhaladores
Los hidrofluorocarbonos (HFC) son gases sintéticos desarrollados inicialmente para reemplazar los clorofluorocarbonos (CFC) que dañaban la capa de ozono. Aunque no destruyen el ozono, los HFC poseen un poder de calentamiento hasta varias miles de veces superior al dióxido de carbono.
En los inhaladores de dosis, estos gases sirven de propelentes para vaporizar el medicamento y conducirlo profundamente a los pulmones. Durante su uso, una parte significativa de estos gases se libera directamente a la atmósfera, contribuyendo al calentamiento global.
La regulación de estas sustancias es objeto de acuerdos internacionales como la enmienda de Kigali al protocolo de Montreal, que prevé su reducción progresiva. La industria farmacéutica desarrolla alternativas sin HFC, pero su adopción encuentra obstáculos regulatorios y técnicos.
La transición hacia sistemas sin HFC requiere reformulaciones de medicamentos y nuevos dispositivos de administración, un proceso que puede tomar varios años antes de dar lugar a soluciones tan eficaces como los inhaladores tradicionales.
Fuente: JAMA