Cédric - Viernes 16 Mayo 2025

Los ancestros del T. rex podrían en realidad proceder de Asia 🦖

El Tyrannosaurus rex, uno de los depredadores más icónicos de la historia de la vida en la Tierra, esconde orígenes lejanos entre Asia y América del Norte. Un estudio reciente rastrea el recorrido de sus ancestros a través de antiguos paisajes hoy sumergidos.


Esta investigación, realizada por un equipo internacional, revela que el T. rex tenía raíces asiáticas antes de imponerse en América del Norte. Los científicos reconstruyeron esta epopeya evolutiva combinando fósiles, modelos climáticos y análisis filogenéticos, abriendo una ventana a las dinámicas ecológicas del Cretácico.

Una migración transcontinental


Los tiranosáuridos, familia del T. rex, habrían cruzado el estrecho de Bering hace más de 70 millones de años. Este puente terrestre, entonces templado, conectaba Asia con América del Norte. Los modelos sugieren un parentesco estrecho entre el T. rex y especies asiáticas como el Tarbosaurus.


A pesar de la abundancia de fósiles norteamericanos, el eslabón perdido podría esconderse en Asia. Los paleontólogos destacan que los depredadores que se encuentran en la cima de la cadena alimenticia, menos numerosos, dejan menos rastros. Esta rareza complica la reconstrucción de su historia, pero las herramientas estadísticas palían parcialmente estas lagunas.

El estudio también cuestiona la hipótesis de un origen norteamericano directo. Un fósil de Nuevo México, inicialmente atribuido a un ancestro del T. rex, estaría mal datado. Los autores favorecen una evolución local en Laramidia, una antigua región occidental de la actual América del Norte.

Clima y gigantismo: una correlación indirecta


El Cretácico superior experimentó un enfriamiento global tras un pico térmico hace 92 millones de años. Esta transición coincide con el auge de los tiranosáuridos y los megaraptores, dos linajes de depredadores gigantes. Sin embargo, el vínculo entre temperatura y tamaño sigue siendo tenue.

La desaparición de los carcharodontosáuridos, competidores directos, habría liberado nichos ecológicos. Los tiranosaurios y megaraptores, mejor adaptados al frío, habrían aprovechado este vacío. Su gigantismo quizás refleje una respuesta a la mayor disponibilidad de presas masivas como los Triceratops.

Esta conquista norteamericana convirtió al T. rex en uno de los últimos grandes terópodos del Cretácico. Su éxito evolutivo ilustra cómo migraciones y adaptaciones pueden moldear el destino de una especie, hasta convertirla en un depredador icónico.

Autor del artículo: Cédric DEPOND
Fuente: Royal Society Open Science
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