Las abejas melíferas, esas incansables recolectoras, transportan mucho más que simple polen cuando visitan las flores. Sus preciosas cosechas contienen en realidad un ejército microscópico de bacterias beneficiosas que podrían revolucionar nuestro enfoque de la protección de las colmenas y los cultivos agrícolas.
Los investigadores estadounidenses han concentrado sus investigaciones en las actinobacterias, un grupo microbiano particularmente prometedor ya que cerca de dos tercios de los antibióticos utilizados en medicina humana provienen de ellas. Entre abril y junio de 2021, el equipo científico tomó muestras de polen de diez especies vegetales diferentes en la reserva natural de Lakeshore, así como en las reservas de una colmena de abejas situada en las proximidades. El análisis genético reveló una sorprendente similitud entre las cepas bacterianas provenientes de las plantas y las encontradas en la colmena.
El estudio publicado en
Frontiers in Microbiology demuestra que el 72% de las bacterias identificadas pertenecen al género
Streptomyces, reputado por producir compuestos con propiedades medicinales notables. Estos microorganismos se revelaron particularmente eficaces durante pruebas de laboratorio donde inhibieron el crecimiento de
Aspergillus niger, un hongo responsable de la enfermedad de la cría pétrea en las abejas. También mostraron una actividad significativa contra varios patógenos bacterianos que afectan tanto a los insectos polinizadores como a las plantas cultivadas.
El mecanismo de transferencia de estas bacterias beneficiosas se opera naturalmente durante la recolección de néctar. Las abejas, al posarse sobre las flores, recogen involuntariamente estos microorganismos endófitos - bacterias que viven en simbiosis dentro de los tejidos vegetales. El análisis genómico confirmó que estos
Streptomyces poseen efectivamente los genes necesarios para colonizar las plantas y producir sustancias que favorecen su crecimiento, lo que refuerza su estatus de verdaderos socios biológicos.
Este descubrimiento abre perspectivas entusiasmantes para la apicultura sostenible. Los investigadores contemplan ahora desarrollar tratamientos biológicos basados en la introducción de cepas bacterianas beneficiosas directamente en las colmenas. Este enfoque podría permitir controlar las enfermedades apícolas sin recurrir a productos químicos, preservando al mismo tiempo el equilibrio ecológico de las colonias y de su entorno.
Las actinobacterias: fábricas naturales de antibióticos
Las actinobacterias representan un grupo de bacterias particularmente importante en el mundo microbiano. Su nombre viene del griego 'aktis' que significa rayo, en referencia a su forma filamentosa que evoca rayos luminosos cuando se desarrollan en colonias.
Estos microorganismos son capaces de producir una increíble diversidad de moléculas bioactivas. Aproximadamente el 45% de todos los antibióticos conocidos provienen de cepas de actinobacterias, lo que las convierte en la fuente más productiva de sustancias antimicrobianas en la naturaleza. El suelo forestal contiene especialmente concentraciones notables de estas bacterias beneficiosas.
Su modo de acción se basa en la secreción de metabolitos secundarios que inhiben el crecimiento de otros microorganismos competidores. Esta estrategia de competencia ecológica explica por qué producen naturalmente sustancias capaces de neutralizar diversos patógenos, desde hongos hasta bacterias nocivas.
Los investigadores exploran constantemente nuevas cepas de actinobacterias en ambientes variados, desde las profundidades marinas hasta los desiertos, con la esperanza de descubrir nuevas moléculas con propiedades terapéuticas inéditas.
Fuente: Frontiers in Microbiology