Cédric - Viernes 5 Diciembre 2025

🚀 Inédito: un remolcador espacial, lanzado desde un avión, salvará al observatorio Swift

Sobre nuestras cabezas, ha comenzado una carrera contrarreloj para salvar a un pionero de la astronomía. Esta operación, que moviliza a una pequeña empresa privada y a un cohete lanzado desde un avión, podría redefinir la forma en que mantenemos nuestra flota de satélites científicos.

El observatorio espacial Swift de la NASA, en servicio desde 2004, está hoy en peligro. Su órbita se degrada rápidamente y lo amenaza con una reentrada atmosférica para finales de 2026. Al no poseer un sistema de propulsión, no puede mantenerse por sí solo. La solución ideada demuestra, por tanto, una gran ingeniosidad y podría anunciar una era en la que la asistencia en órbita se convierta en una práctica habitual para prolongar la vida de las misiones espaciales.


El cohete situado bajo el vientre de su avión nodriza


Una operación técnica audaz para una captura sin precedentes



El plan de rescate es el siguiente: un vehículo espacial robótico, desarrollado por la empresa Katalyst Space Technologies, será lanzado desde un avión. Esta compañía obtuvo un contrato de la NASA por un valor de 30 millones de dólares para esta misión. La tarea del vehículo será localizar a Swift, aproximarse y luego acoplarse físicamente a él. Para esta maniobra delicada, está equipado con una particularidad: tres brazos robóticos especialmente diseñados.

El acoplamiento representa, no obstante, la etapa más arriesgada de la operación, ya que Swift nunca fue diseñado para ser capturado o reparado en órbita. Su revestimiento, sus instrumentos y su orientación – sus ópticas sensibles nunca deben apuntar hacia la Tierra o el Sol – constituyen numerosas dificultades. Los ingenieros tuvieron que basarse en fotografías de archivo para identificar los únicos puntos de sujeción posibles en la estructura del satélite de dos décadas de antigüedad.

Si la captura tiene éxito, el vehículo iniciará entonces la fase de remolque. Utilizará sus propios propulsores para elevar gradualmente el observatorio hasta su altitud inicial, aproximadamente 600 kilómetros. Esta maniobra debe permitir así que Swift continúe sus observaciones científicas durante al menos diez años más, preservando una inversión científica mayor estimada en medio billón de dólares.



Lanzamiento aéreo: la clave para cumplir con la urgencia


El calendario extremadamente ajustado impone un lanzamiento imperativo en junio de 2026. Para cumplirlo, la elección del lanzador era decisiva. Katalyst se volcó entonces hacia el cohete Pegasus XL de Northrop Grumman, cuya ventaja principal es su modo de lanzamiento aéreo. El principio: el cohete es transportado bajo el vientre de un avión L-1011 Stargazer, luego soltado a 12,000 metros de altitud antes de encender su motor.


Este método ofrece una flexibilidad operativa notable. Es, de hecho, necesario para alcanzar la órbita inclinada precisa de Swift, a la que la mayoría de los lanzadores convencionales que parten desde tierra llegan difícilmente de forma económica. El perfil de vuelo del Pegasus proporciona justamente la trayectoria adecuada para un encuentro orbital eficaz. Son, por tanto, estas ventajas particulares las que determinaron la elección de los socios para esta misión.

En definitiva, esta operación busca también demostrar un nuevo enfoque de la logística espacial. En caso de éxito, crearía un precedente mayor: sería la primera vez que un satélite gubernamental no diseñado para mantenimiento sería capturado y recolocado en órbita por un vehículo comercial. Una capacidad de respuesta tan rápida abriría el camino a servicios de prolongación de vida útil, mantenimiento o desorbitación para una amplia gama de satélites en órbita baja.

Autor del artículo: Cédric DEPOND
Fuente: Katalyst Space Technologies
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