El sitio australiano McGraths Flat revela un inesperado tesoro fósil. Los investigadores acaban de identificar una mosca de sierra extinta, única en Australia. Este espécimen de
Baladi warru, que data de hace dieciséis millones de años, ofrece valiosas pistas sobre la evolución de los polinizadores.
A: Reconstrucción de Baladi warru con larvas y flores de Quintinia (©2019 Alex Boersma).
B: Cerealces scutellata, vista lateral (escala: 5 mm).
C: Cerealces scutellata, vista dorsal (escala: 5 mm).
D: Cerealces scutellata, vista frontal (escala: 2 mm).
E: Fotografía de una hoja de mirtácea con nervadura intra-marginal prominente y glándulas sebáceas, flechas indicando daño de insectos.
F–H: Micrografías electrónicas de barrido de tres granos de polen diferentes: Myrtaceidites spp. (F, G) y Cupaniedites sp. (H).
Las moscas de sierra, a menudo confundidas con moscas, en realidad pertenecen a las avispas. Su ovipositor en forma de sierra sirve para depositar huevos en las plantas huéspedes.
Las voraces larvas modifican la vegetación al alimentarse de los tejidos vegetales. Para clasificar a
Baladi warru entre las moscas de sierra, los científicos analizaron la morfología fósil y la genética moderna. Así, precisaron que estos insectos datan del Cretácico, hace unos 100 millones de años.
Este fósil también revela granos de polen, testigos de interacciones con una planta con flores conocida como
Quintinia. Los investigadores pueden entonces reconstruir antiguas redes de polinizadores y sus ecosistemas.
Es probable que las moscas de sierra hayan migrado a Australia desde Gondwana, un continente primitivo que se fragmentó hace millones de años. Esta dispersión explica su presencia tanto en Australia como en América del Sur. Comprender mejor estas interacciones permite rastrear la evolución de los ecosistemas y sus polinizadores. Estudiar a
Baladi warru ayuda a los científicos a explorar el rol de las moscas de sierra en los entornos actuales.
A: Holotipo (vista general).
B: Ala.
C: Segmentos tarsales 1 a 5 de la pata media izquierda.
D: Segmento tarsal 3 de la pata media izquierda (flechas indicando la plantula).
E: Cabeza.
F: Segmento antenal izquierdo 3.
G: Segmento antenal derecho 3.
H: Segmento antenal izquierdo.
I: Segmento antenal derecho (flechas indicando estructuras filiformes internas desconocidas).
J: Vértice.
K–P: Granos de polen de Quintiniapollis psilatospora en el vértice, con varios grados de compresión y llenado, visibles en vista ecuatorial (M, N), polar (O) o semi-ecuatorial (P).
Q: Polen aislado de Q. psilatospora en otra muestra de McGraths Flat.
Fotografías (A–C, E) y micrografías electrónicas de barrido (D, F–Q). Los recuadros muestran la posición y orientación de las vistas ampliadas en relación con las fotos generales.
Detrás de este descubrimiento surgen también preguntas sobre la adaptación de las especies frente a las transformaciones ambientales. Este fósil ofrece una valiosa ventana no solo al pasado ecológico, sino también a los ecosistemas del futuro.
¿Qué es una mosca de sierra y por qué es única?
Las moscas de sierra, a menudo desconocidas, en realidad pertenecen a la gran familia de las avispas, aunque a veces se parecen a las moscas. Estos insectos están equipados con un ovipositor en forma de sierra, una adaptación particular para depositar huevos en las plantas huésped. Debido a esta característica, a veces se les llama "moscas sierra".
Las moscas de sierra juegan un papel crucial en los ecosistemas vegetales: sus larvas, que eclosionan en las plantas huéspedes, se alimentan de los tejidos vegetales circundantes. Esta actividad impacta la vegetación e incluso puede influir en la estructura de las plantas, contribuyendo así al ciclo ecológico de las plantas y sus polinizadores.
Autor del artículo: Cédric DEPOND
Fuente: Systematic Entomology