Un equipo de investigadores del Museo Americano de Historia Natural y del Museo Nacional de Historia Natural Smithsonian analizó más de 2.700 genomas de perros, lobos y otros cánidos, provenientes de bases de datos genéticas públicas.
Sus trabajos, publicados en
Proceedings of the National Academy of Sciences, indican que la mayoría de los perros modernos portan rastros de ADN de lobo en su genoma, resultado de eventos de hibridación ocurridos hace aproximadamente 1.000 generaciones. Estos fragmentos genéticos influyen en diversos rasgos, como el tamaño, las capacidades olfativas y ciertas tendencias conductuales, ayudando a los perros a adaptarse a diversos entornos humanos.
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El estudio puso en evidencia variaciones significativas en los niveles de ascendencia lobuna según las razas. Por ejemplo, los perros lobo checoslovacos y saarloos, intencionalmente cruzados con lobos, presentan las tasas más elevadas, que van del 23 al 40 por ciento. Entre las razas más comunes, el gran anglo-francés tricolor muestra alrededor del 5 por ciento de ascendencia, mientras que perros de pequeño tamaño como el chihuahua tienen aproximadamente un 0,2 por ciento. Estas diferencias se explican por historias de reproducción distintas, algunas involucrando cruces recientes para reforzar aptitudes laborales.
Las descripciones conductuales de las razas, proporcionadas por los clubes caninos, muestran correlaciones con la cantidad de ADN de lobos. Los perros con baja ascendencia suelen describirse como amigables, fáciles de adiestrar y afectuosos, mientras que aquellos con mayor ascendencia se perciben como independientes, desconfiados hacia los extraños y territoriales. Estos términos reflejan interpretaciones humanas, y aún no es seguro que los genes derivados de los lobos controlen directamente estos rasgos, pero esto abre vías para futuras investigaciones sobre el comportamiento animal.
Algunas adaptaciones genéticas heredadas de los lobos ayudan a los perros a sobrevivir en condiciones específicas. Los perros de pueblo, por ejemplo, poseen genes enriquecidos relacionados con los receptores olfativos, lo que mejora su capacidad para detectar fuentes de alimento en los desechos humanos. Del mismo modo, los mastines tibetanos han adquirido genes provenientes de lobos del Tíbet, permitiéndoles tolerar los bajos niveles de oxígeno en altitud, como en las regiones del Himalaya.
Los investigadores observaron que las razas de gran tamaño y aquellas históricamente utilizadas para trabajos especializados, como los perros de trineo árticos o los perros de caza, tienden a tener niveles más elevados de ascendencia lobuna. Por el contrario, razas como los terriers y los perros de muestra generalmente muestran menos. Existen excepciones, como algunos mastines que no presentan ningún rastro de ADN de lobos, ilustrando la diversidad genética dentro de las poblaciones caninas.
La hibridación y su impacto en la evolución
La hibridación es un proceso natural donde dos especies o poblaciones distintas se cruzan, conduciendo a un intercambio de genes. En los cánidos, esto ocurre cuando lobos y perros se aparean, aunque es raro después de la domesticación. Estos eventos introducen nuevos variantes genéticos en las poblaciones, lo que puede aumentar la diversidad y favorecer la adaptación a nuevos entornos.
En el caso de los perros, la hibridación con lobos ha permitido la introducción de genes beneficiosos, como aquellos relacionados con la tolerancia a la altitud o el olfato. Este fenómeno, llamado introgresión genética, muestra que las barreras entre especies no siempre son estrictas y que los genomas pueden incorporar ADN extranjero sin perder sus características principales. Esto contradice la idea de que los perros deben ser genéticamente puros para seguir siendo animales domésticos.
Los estudios genómicos modernos, utilizando secuenciaciones de alto rendimiento, permiten detectar estos rastros de hibridación incluso si son débiles. Analizando miles de genomas, los investigadores pueden rastrear la historia evolutiva e identificar los momentos en que estos cruces tuvieron lugar. Esto ayuda a comprender cómo las especies se adaptan y evolucionan con el tiempo, con implicaciones para la conservación y la biología evolutiva.
Fuente: Proceedings of the National Academy of Sciences