¿Quién no ha recordado su primera bicicleta o una visita al zoológico durante su infancia? Estos recuerdos valiosos a menudo permanecen vivos a lo largo de nuestra vida. Pero, ¿cómo logra nuestro cerebro conservar estos momentos con tal fidelidad?
Un estudio publicado en la revista
Science Advances ha desvelado este misterio al identificar un ingrediente clave: la molécula KIBRA. Un equipo de investigadores ha descubierto que esta molécula actúa como un “pegamento” en nuestro cerebro, permitiendo mantener intactos nuestros recuerdos.
Los recuerdos se almacenan por la interacción de dos proteínas: una proteína estructural, KIBRA (verde), que actúa como una etiqueta sináptica persistente, y una enzima de refuerzo de las sinapsis, la proteína quinasa Mzeta (rojo).
Los medicamentos que perturban la interacción que perpetúa la memoria (otros colores) borran los recuerdos a largo plazo y los recuerdos antiguos preestablecidos.
Crédito: Changchi Hsieh, Ph.D.
Un equipo internacional de investigadores ha destacado el papel de la proteína KIBRA (abreviatura de “proteína expresada en el riñón y el cerebro”) en la formación y mantenimiento de los recuerdos a largo plazo. Puedes ver a KIBRA como un pegamento especial que ayuda a mantener juntas las moléculas esenciales para la creación de recuerdos.
Según André Fenton, profesor de neurociencias en la Universidad de Nueva York y uno de los principales investigadores del estudio, "
nuestro estudio muestra cómo estas moléculas trabajan juntas para asegurar el almacenamiento perpetuo de la memoria".
El proceso de almacenamiento de los recuerdos
Para comprender la importancia de este descubrimiento, es útil resumir brevemente cómo nuestro cerebro almacena los recuerdos. Nuestros cerebros están compuestos por miles de millones de neuronas que se comunican entre sí a través de conexiones llamadas sinapsis. Cuando se forma un recuerdo, algunas sinapsis se refuerzan mientras que otras permanecen débiles. Esta red de conexiones fuertes y débiles constituye la base del recuerdo.
Sin embargo, las moléculas de nuestras sinapsis están en movimiento perpetuo, desgastándose y renovándose constantemente. Entonces, ¿cómo permanecen estables nuestros recuerdos durante años, o incluso décadas? Aquí es donde entra en juego KIBRA.
Al estudiar ratones de laboratorio, los investigadores descubrieron cómo KIBRA interactúa con otra molécula clave de la memoria, llamada PKMzeta. Esta última es esencial para reforzar las sinapsis en los mamíferos, pero tiende a degradarse rápidamente.
Un mecanismo de etiquetado sináptico persistente
Durante la formación de la memoria, las sinapsis implicadas se activan y KIBRA se posiciona selectivamente en estas sinapsis. PKMzeta se une entonces a la etiqueta sináptica KIBRA y mantiene estas sinapsis fuertes.
Este proceso permite que las sinapsis permanezcan estables y continúen atrayendo nuevas moléculas de PKMzeta, asegurando así la estabilidad de los recuerdos.
Comprender cómo nuestro cerebro mantiene los recuerdos estables durante largos periodos podría abrir la puerta a nuevos tratamientos para condiciones como la enfermedad de Alzheimer o el trastorno por estrés postraumático (TEPT).
Al profundizar en estos mecanismos, los investigadores esperan desarrollar estrategias para mejorar o restaurar la memoria en personas con trastornos neurológicos y psiquiátricos.
Autor del artículo: Cédric DEPOND
Fuente: Science Advances