Frente a las costas de Sicilia, una cianobacteria llamada "Chonkus" revela su increíble potencial en un entorno saturado de dióxido de carbono.
Applied and Environmental Microbiology informa que esta microalga, proveniente de chimeneas volcánicas submarinas, podría revolucionar nuestro enfoque hacia la descarbonización. Desde hace miles de millones de años, las cianobacterias han jugado un papel clave en la producción de oxígeno. Hoy en día, algunas de ellas se muestran útiles para capturar carbono.
Izquierda: Esquema que muestra que las cepas de rápido crecimiento en laboratorio podrían usarse para producir biomasa o productos útiles con más facilidad.
Derecha: Esquema que explica cómo los fitoplancton que se hunden pueden ayudar a almacenar carbono en los sedimentos oceánicos profundos.
Sumergida en condiciones óptimas,
Chonkus se ha distinguido por su rápido crecimiento y su capacidad para formar colonias densas. Estas "bolitas" carbonadas se hunden en el fondo del agua, haciendo que la captura sea más eficaz y viable a gran escala. Los investigadores destacan que esta característica facilita su uso industrial. Estos microorganismos podrían producir compuestos como omega-3 o espirulina, mientras reducen las emisiones de CO2.
Chonkus se originó en las aguas ricas en gas de la isla de Vulcano. Los investigadores ahora exploran otros entornos ricos en carbono para identificar microbios similares. A diferencia de las modificaciones genéticas costosas que deben realizarse en laboratorio, el enfoque se basa en aprovechar las capacidades naturales de los organismos que han evolucionado en entornos específicos.
El futuro de esta solución se basa en una doble promesa: ralentizar el calentamiento global y producir recursos valiosos.
Chonkus ilustra cómo la biodiversidad marina podría convertirse en un aliado en la carrera hacia la neutralidad de carbono.
¿Qué es una cianobacteria y por qué es importante?
Las cianobacterias son microorganismos unicelulares capaces de realizar fotosíntesis, un proceso que utiliza la luz del sol para convertir el dióxido de carbono (CO2) en energía química. Ellas están entre las primeras formas de vida que produjeron oxígeno hace más de 2 mil millones de años.
Hoy en día, su papel ecológico es esencial: participan en la fijación del carbono atmosférico y producen una parte significativa del oxígeno terrestre. Algunas, como
Chonkus, se destacan por su capacidad para secuestrar eficientemente el CO2, ofreciendo soluciones potenciales para mitigar los efectos del cambio climático.
Estos organismos, a menudo conocidos como algas azul-verdes, prosperan en diversos entornos: océanos, lagos, suelos e incluso medios extremos. Su diversidad genética y funcional las convierte en una herramienta prometedora para aplicaciones que van desde la biotecnología hasta la descarbonización industrial.
¿Qué es la captura de carbono y cómo funciona?
La captura de carbono se refiere al proceso por el cual el dióxido de carbono (CO2) es capturado y almacenado a largo plazo. Este mecanismo tiene como objetivo reducir las concentraciones de este gas de efecto invernadero en la atmósfera para limitar el calentamiento global.
Puede ser natural, como en el caso de los árboles, los suelos y los océanos que absorben naturalmente el CO2, o artificial, mediante tecnologías que capturan este gas directamente del aire o en la fuente de emisiones, para luego almacenarlo en depósitos subterráneos o submarinos.
En el caso de cianobacterias como
Chonkus, la captura de carbono se basa en su capacidad para absorber el CO2 disuelto en el agua para crecer y producir estructuras densas que se hunden. Esto ofrece un método natural y eficiente para atrapar el carbono en los fondos marinos.
Autor del artículo: Cédric DEPOND
Fuente: Applied and Environmental Microbiology