¿Y si, mucho antes de la aparición de los primeros signos de fragilidad, nuestras células llevaran en sí mismas las pistas sobre cómo vamos a envejecer?
Gracias al análisis de células de la piel, los fibroblastos, procedentes de biopsias realizadas a los participantes de la cohorte Inspire-T, investigadoras e investigadores del Inserm, de la Universidad de Toulouse, del CNRS, del Establecimiento Francés de Sangre (EFS) [1], en colaboración con el IHU HealthAge, han descubierto que estas células proporcionarían indicios valiosos sobre el estado de salud general de los individuos. Sus trabajos muestran que ciertos marcadores biológicos que dan fe del buen funcionamiento de los fibroblastos permitirían detectar y anticipar signos de fragilidad o de disminución de las capacidades físicas y psíquicas, independientemente de la edad de las personas.
Sus resultados, publicados en
Aging Cell, abren perspectivas en medicina preventiva personalizada para acompañar un envejecimiento en mejor estado de salud.
Visualización en microscopía de fibroblastos de piel humana © AdobeStock
Mientras que el envejecimiento representa un desafío societal mayor, la investigación en salud se ha focalizado durante mucho tiempo en marcadores biológicos relacionados con la edad cronológica, desconectándolos a menudo del estado de salud global o funcional de los individuos [2].
Para comprender mejor el lugar del envejecimiento celular en el proceso global de envejecimiento, los fibroblastos se presentan como una diana de estudio privilegiada. Presentes en todos los tejidos del organismo, se encuentran en la dermis cutánea donde cumplen un papel estructural esencial al secretar la matriz extracelular - una red de proteínas que sostiene los tejidos y permite a las células que residen en ella realizar sus funciones. Los fibroblastos también están implicados en la regeneración y cicatrización de la piel así como en su inmunidad. Fácilmente accesibles mediante simples biopsias de piel, constituyen modelos valiosos para identificar nuevos marcadores biológicos relacionados con el envejecimiento.
Un equipo de investigadoras e investigadores, dirigido por Isabelle Ader, investigadora del Inserm, y Louis Casteilla, profesor de la universidad de Toulouse, en el seno del laboratorio Geroscience and Rejuvenation Research Center - RESTORE (Inserm/Universidad de Toulouse/CNRS/EFS) y en colaboración con el IHU Health Age, se interesó así por la forma en que los fibroblastos podrían informar sobre el estado de salud durante el envejecimiento, gracias a la identificación de marcadores biológicos específicos.
Su estudio se basó en el análisis de fibroblastos extraídos a partir de biopsias cutáneas realizadas a 133 mujeres y hombres de entre 20 y 96 años, que presentaban perfiles de salud variados. Estos participantes, incluidos en la cohorte francesa Inspire-T
(ver recuadro), fueron clasificados como más o menos frágiles o robustos en función de su edad y de su estado de salud relativo.
Las científicas y científicos sometieron estos fibroblastos a diferentes factores de estrés que imitaban los encontrados a lo largo de la vida (estrés metabólicos, infecciosos, quimioterapia...). Luego evaluaron su funcionalidad global a través de tres de sus grandes funciones: estructural, inmunitaria/inflamatoria y metabólica. El objetivo era identificar marcadores biológicos asociados al estado de salud general y funcional de los donantes, en relación con las diferentes etapas del envejecimiento.
Dos marcadores del estado de salud funcional llamaron la atención del equipo: los fibroblastos procedentes de personas prefrágiles o frágiles presentaban una actividad reducida de sus mitocondrias - las "centrales energéticas" de las células. Estas células secretaban además menos periostina, una proteína de la matriz extracellular. La disminución de esta última también se observaba en las personas que presentaban una baja capacidad intrínseca, un indicador de envejecimiento desfavorable y de menor estado de salud general.
"Estos dos marcadores biológicos, relacionados con la funcionalidad metabólica y estructural de los fibroblastos e independientes de la edad cronológica o del sexo, aparecen como indicadores de la fragilidad celular de un individuo, y ello, incluso cuando los fibroblastos son cultivados en laboratorio después de la biopsia, indica Isabelle Ader.
En ello, reflejan lo que podríamos calificar de una “memoria de salud” a nivel celular y presentan un potencial interesante para la detección precoz de la fragilidad y de la mala salud antes de cualquier signo clínico", añade la investigadora.
La periostina aparece además por primera vez como un marcador biológico clave asociado a la capacidad intrínseca tal como la define la OMS, y por tanto como un potencial indicador de la salud funcional de los individuos.
Estos resultados ponen de relieve las señales fiables que las células de nuestro cuerpo podrían proporcionar sobre el estado de salud global de un individuo.
"Nuestros trabajos abren perspectivas concretas en la detección precoz de los signos de fragilidad o de disminución de las capacidades físicas y cognitivas en medicina preventiva", completa Isabelle Ader.
"Identificar precozmente las alteraciones de la salud celular podría permitir desarrollar estrategias dirigidas de medicina personalizada para preservar mejor la salud funcional y prolongar la autonomía a lo largo de toda la vida", concluye la investigadora.
Estos trabajos son objeto de una patente depositada en Inserm Transfert en 2024.
Notas:
[1] También en colaboración con equipos del INRAE y de la universidad Columbia de Nueva York.
[2] La
salud funcional corresponde a la capacidad de una persona para realizar las actividades de la vida diaria manteniendo su salud y bienestar. Depende de dos variables: el entorno de vida y la
capacidad intrínseca, un concepto desarrollado por la OMS y que designa el conjunto de capacidades físicas y mentales propias de la persona, independientemente de su entorno. Una disminución de la puntuación de capacidad intrínseca está asociada a una alteración de la salud global, pudiendo conducir a una pérdida de autonomía y a la dependencia.
Fuente: Inserm