Adrien - Lunes 19 Agosto 2024

El universo podría albergar una cantidad fenomenal de agujeros de gusano: esta teoría que resuelve muchos misterios

El universo se expande cada vez más rápido, una observación que desafía nuestra comprensión actual de la física.

¿Y si esta expansión acelerada fuera causada por diminutos túneles en el espacio, invisibles al ojo humano? Los científicos exploran la idea de que los micro agujeros de gusano, nacidos del vacío cuántico, podrían ser la clave de este misterio cósmico.


Los agujeros de gusano, esos túneles hipotéticos que conectan puntos distantes del universo, podrían emerger constantemente del vacío espacial debido a sutiles efectos cuánticos. Si esta teoría se confirma, abriría la puerta a la gravedad cuántica, esa unificación teórica de las fuerzas fundamentales tan buscada.

Durante décadas, los astrónomos han observado una expansión creciente del universo, en contradicción con las predicciones de la relatividad general de Einstein. Para explicar esta anomalía, se ha propuesto la idea de una energía oscura misteriosa, que llena el espacio e interactúa débilmente con la materia. Sin embargo, esta energía sigue siendo elusiva.


Un estudio reciente, publicado en la revista Physical Review D, propone una alternativa audaz a la energía oscura: agujeros de gusano subatómicos que se forman continuamente. Estas estructuras, aunque diferentes de las partículas cuánticas clásicas, podrían generar la energía necesaria para explicar la expansión observada.

La dificultad radica en la complejidad de los cálculos de estos fenómenos cuánticos gravitacionales. Sin embargo, los investigadores han utilizado un enfoque innovador, la gravedad cuántica euclidiana, para estimar que aproximadamente 10 mil millones de agujeros de gusano creados por centímetro cúbico por segundo podrían ser suficientes para esta tarea. Su modelo también se distingue al sugerir que la energía oscura podría variar con el tiempo, en concordancia con algunas observaciones recientes.

A pesar de estos avances teóricos, la experimentación sigue siendo esencial para validar esta hipótesis. Las futuras observaciones espaciales, cada vez más precisas, podrían permitir probar esta teoría intrigante e innovadora.

Fuente: Physical Review D
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