El cerebro humano es mucho más flexible de lo que se pensaba anteriormente.
Un estudio reciente realizado por el equipo del profesor Flavio Donato, en la Universidad de Basilea, revela que cada recuerdo se registra en tres copias distintas en el cerebro, cada una almacenada por un grupo diferente de neuronas. Este descubrimiento, obtenido gracias a modelos de ratones, podría explicar cómo nuestros recuerdos evolucionan con el tiempo y se adaptan a nuevas experiencias.
En el cerebro, la región del hipocampo, esencial para el aprendizaje y la memoria, registra cada evento en tres formas diferentes. Las primeras neuronas en desarrollarse, llamadas neuronas "tempranas", crean una copia de la memoria que, aunque inicialmente débil, se fortalece con el tiempo. Esta memoria se vuelve más accesible para el cerebro mucho tiempo después de su formación, lo que permite conservar los recuerdos a largo plazo.
En contraste, las neuronas "tardías" producen una copia de la memoria muy fuerte al principio, pero se desvanece rápidamente. Esta memoria es más fácil de modificar poco después de su formación, lo que permite integrar nueva información o corregir errores. Finalmente, un grupo intermedio de neuronas produce una memoria estable, que cambia poco con el tiempo.
Esta dinámica compleja de almacenamiento de recuerdos ilustra la plasticidad del cerebro. Dependiendo del momento en que se evoca un recuerdo, diferentes copias pueden activarse, influyendo así en la manera en que el recuerdo es modificado o utilizado. Flavio Donato explica que esta flexibilidad es crucial para adaptarse a los cambios de nuestro entorno, permitiendo al cerebro tomar decisiones adecuadas para el futuro.
Las implicaciones de este descubrimiento son vastas. Comprender cómo el cerebro codifica y modifica los recuerdos podría algún día ayudar a mitigar recuerdos patológicos, como los asociados al trastorno de estrés postraumático, o a recuperar recuerdos que parecían perdidos. Este estudio marca un avance significativo en nuestra comprensión de la memoria y podría abrir nuevas vías para tratamientos de salud mental o estrategias educativas más efectivas.
Autor del artículo: Cédric DEPOND
Fuente: Science