El consumo de cannabis, ya sea fumado o en forma de productos comestibles, es perjudicial para el corazón y los vasos sanguíneos. Un estudio reciente revela efectos preocupantes sobre la circulación sanguínea.
Los investigadores de la UCSF descubrieron que las personas que consumen cannabis regularmente tienen una función vascular reducida en casi un 50%. Esta disminución podría favorecer enfermedades como la hipertensión y los infartos.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores estudiaron a 55 adultos sanos que consumen cannabis al menos tres veces por semana. Ninguno de ellos fumaba nicotina. Compararon los efectos entre fumadores y consumidores de comestibles.
Los fumadores habituales, con un consumo promedio de diez años, también presentaban cambios en su sangre, perjudiciales para las paredes de los vasos. Estos problemas no eran visibles en los consumidores de comestibles, lo que sugiere que fumar libera sustancias adicionales nocivas.
Así pues, la forma de consumir cannabis influye en la salud vascular. Aunque el THC está presente en ambas formas, los fumadores sufren efectos adicionales debido a la combustión.
¿Cómo actúa el THC sobre los vasos?
El THC, principal compuesto activo del cannabis, actúa sobre un sistema presente en todo el cuerpo, incluidos los vasos sanguíneos. Puede alterar su capacidad para contraerse y dilatarse, esencial para una buena circulación.
Este compuesto también podría favorecer la inflamación de las paredes vasculares, reduciendo su flexibilidad y, por tanto, su buen funcionamiento. Además, podría interferir con la producción de óxido nítrico, una molécula importante para regular la presión arterial.
Consecuencias para la salud pública
Con la creciente legalización del cannabis, entender sus efectos se vuelve indispensable. Este estudio demuestra que es importante informar a los consumidores sobre los riesgos para el corazón y los vasos, especialmente según el modo de consumo.
Las autoridades sanitarias podrían utilizar estos datos para prevenir mejor los riesgos. Los profesionales de la salud también deberían estar formados para concienciar a los pacientes, especialmente aquellos con factores de riesgo cardiovascular previos.
Fuente: JAMA Cardiology