Redbran - Miércoles 25 Junio 2025

🌡️ El calentamiento global comenzó mucho antes de lo que se piensa

En el siglo XIX, el cielo ya mostraba las huellas de nuestra era industrial. Mucho antes de los motores de gasolina, la atmósfera registraba silenciosamente los primeros signos de un calentamiento provocado por la actividad humana.

Lejos de las chimeneas de las fábricas y del ruido de las máquinas, fue en las capas altas de la atmósfera donde el fenómeno se delató primero. Al concentrarse en la estratosfera, unos investigadores rastrearon una huella térmica inusual, revelando un enfriamiento donde se habría esperado estabilidad.

Esta anomalía delata el efecto de los gases de efecto invernadero, por debajo de la estratosfera, reteniendo el calor en las capas inferiores de la atmósfera.


Paisaje industrial en 1840 con fábrica, embarcaciones junto al agua, humos de fábrica.
Imagen Wikimedia


Un equipo dirigido por Ben Santer, del Woods Hole Oceanographic Institution, combinó observaciones modernas, modelos climáticos de alta precisión y leyes físicas establecidas. ¿El objetivo? Saber desde cuándo la influencia humana sobre el clima habría sido detectable si las herramientas actuales hubieran existido entonces.

Los modelos revelan que ya en 1885, una década antes del primer automóvil de gasolina, se podría haber identificado una señal clara de enfriamiento estratosférico. Este período coincide con un aumento relativamente modesto del dióxido de carbono, estimado en 10 partes por millón entre 1860 y 1899.

Es este contraste entre la estratosfera que se enfría y la troposfera que se calienta lo que constituye una firma única de la acción humana. Los volcanes o las variaciones solares, en cambio, afectan a la atmósfera de manera diferente.

Para Susan Solomon, coautora del estudio, este descubrimiento cambia las reglas del juego sobre la cronología del calentamiento. Muestra que las primeras huellas de nuestro impacto no aparecen únicamente en la superficie, como se pensaba hasta ahora, sino mucho más arriba, antes y con mayor claridad.

Andrea Steiner, climatóloga en Austria, insiste en el papel de las capas altas atmosféricas como indicadores tempranos. Estos datos incluso podrían permitir evaluar la eficacia de las futuras políticas de reducción de emisiones.

Pero estos resultados llegan en un momento en que los recortes presupuestarios amenazan las misiones de vigilancia atmosférica. La eliminación de herramientas por parte de algunas agencias estadounidenses, como la NOAA o la NASA, preocupa enormemente a los científicos.

Ben Santer alerta: perder la capacidad de medir los cambios climáticos nos hace colectivamente más vulnerables. Vigilar la atmósfera es tomar el pulso a un planeta en mutación.

Fuente: Proceedings of the National Academy of Sciences
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