Desde hace decenas de millones de años, los tiburones juegan un papel crucial en los ecosistemas marinos. Pero, ¿qué ha pasado para que hoy en día su diversidad funcional esté en su nivel más bajo histórico?
Los tiburones, supervivientes de numerosas crisis ambientales durante los últimos 250 millones de años, alcanzaron su máxima diversidad funcional hace aproximadamente 20 millones de años, durante la época del Mioceno. Esta diversidad, definida por rasgos como el tamaño del cuerpo y la dieta, ha disminuido progresivamente en los últimos 10 millones de años.
Para comprender esta evolución, investigadores de la Universidad de Swansea y de la Universidad de Zúrich analizaron más de 9.000 dientes fósiles y actuales de tiburones, representando aproximadamente 500 especies. Estos dientes, bien conservados en los registros fósiles, permiten deducir los rasgos funcionales de los tiburones antiguos.
Jack Cooper, doctorando en la Universidad de Swansea, explica que el tamaño, la forma y los tipos de bordes de los dientes son indicadores fiables de los rasgos funcionales de los tiburones, como su tamaño y alimentación. Gracias a estas medidas, el equipo pudo cuantificar la diversidad funcional de los tiburones durante la era Cenozoica, desde hace 66 millones de años hasta la actualidad.
El declive de la diversidad funcional de los tiburones ha sido causado principalmente por la desaparición de especies ecológicamente únicas y especializadas. La extinción del megalodón, por ejemplo, eliminó a un superdepredador sin equivalente entre los tiburones actuales. Esta pérdida ha reducido la gama de roles ecológicos que desempeñan los tiburones modernos en comparación con sus antepasados.
Ante este panorama, los investigadores advierten sobre las amenazas humanas actuales, como la sobrepesca, que aceleran la extinción de los tiburones y reducen aún más su contribución ecológica. La Dra. Catalina Pimiento subraya que la identificación de especies modernas que ocupan una parte del espacio funcional del Cenozoico podría ayudar a orientar las prioridades de conservación para preservar esta vital diversidad funcional.
Diversidad funcional
La diversidad funcional es un concepto ecológico que describe la variedad de roles ecológicos desempeñados por las diferentes especies dentro de un ecosistema. A diferencia de la diversidad taxonómica, que cuenta el número de especies, la diversidad funcional se concentra en los rasgos específicos de las especies, como el tamaño del cuerpo, la dieta, los métodos de reproducción y otras características biológicas y comportamentales.
Los rasgos funcionales permiten determinar cómo interactúan las especies con su entorno y entre sí, influyendo así en los procesos ecológicos como la producción primaria, la descomposición de materia orgánica y la regulación de las poblaciones de presas y depredadores. Midiendo la diversidad funcional, los científicos pueden evaluar la resiliencia y la estabilidad de los ecosistemas ante perturbaciones, así como su capacidad para proporcionar servicios ecosistémicos esenciales.
Por ejemplo, en los estudios sobre tiburones, la diversidad funcional se cuantifica examinando rasgos como el tamaño y la forma de los dientes, que reflejan la dieta y los roles tróficos de las diferentes especies. Una alta diversidad funcional indica una amplia gama de roles ecológicos que desempeñan los tiburones, mientras que una baja diversidad funcional sugiere una reducción de esta gama, a menudo debido a la extinción de especies especializadas y únicas.
Fuente: Global Ecology and Biogeography