Hace 125.000 años, en las llanuras de Alemania, grupos de neandertales transformaban huesos en valiosas reservas energéticas. Un descubrimiento reciente revoluciona nuestra visión de sus habilidades técnicas y organizativas.
Las investigaciones realizadas en el yacimiento de Neumark-Nord revelan prácticas sofisticadas, muy lejos de la imagen simplista del cazador-recolector primitivo. Los neandertales explotaban sistemáticamente la grasa animal, un recurso vital para sobrevivir a las rigurosidades climáticas. Este avance científico, publicado en
Science Advances, arroja nueva luz sobre sus estrategias de subsistencia.
Desde huesos enteros hasta fragmentos diminutos.
Foto: Kindler, LEIZA-Monrepos
Una explotación metódica de los cadáveres
Los arqueólogos han identificado más de 118.000 fragmentos de hueso pertenecientes a 172 grandes mamíferos, principalmente caballos y uros. Estos huesos presentan marcas de fracturas intencionales y calentamiento, lo que indica un tratamiento minucioso.
La concentración de los restos en un área limitada sugiere un sitio especializado, dedicado a la producción de grasa. Los neandertales seleccionaban los huesos más ricos en lípidos, como los fémures, y evitaban las partes menos nutritivas.
Esta actividad requería una planificación rigurosa, desde la caza hasta el almacenamiento de los cadáveres. Los investigadores incluso plantean la hipótesis de escondites temporales para optimizar el rendimiento energético.
Habilidades técnicas insospechadas
La extracción de grasa mediante calentamiento en agua representa una técnica avanzada, mucho más exigente que el simple consumo de médula. Los neandertales dominaban este proceso mucho antes de la llegada del Homo sapiens a Europa.
Herramientas de piedra y hogares atestiguan un saber hacer elaborado. Los residuos vegetales carbonizados (avellanas, bellotas) también muestran una alimentación diversificada, combinando grasas animales y carbohidratos.
Estos descubrimientos confirman que los neandertales adaptaban sus métodos a las limitaciones estacionales. Su capacidad para anticipar las escaseces invernales refleja una inteligencia práctica notable.
Autor del artículo: Cédric DEPOND
Fuente: Science Advances