La distribución de las especies vivas en la Tierra sigue una lógica sorprendentemente simple. Un estudio internacional revela que la biodiversidad se organiza sistemáticamente alrededor de zonas centrales ricas, antes de disminuir progresivamente.
Este descubrimiento, publicado en Nature Ecology & Evolution, se basa en el análisis de más de 30 000 especies, desde anfibios hasta árboles pasando por rayas marinas. Los investigadores identificaron un patrón recurrente: independientemente del ecosistema, la mayoría de las especies se concentra en núcleos geográficos restringidos.
Una estructura en círculos concéntricos
Cada región biogeográfica tiene un núcleo donde la diversidad alcanza su máximo. Estas zonas centrales, a menudo estables y ricas en recursos, albergan especies endémicas y generalistas. Al alejarse de este núcleo, el número de especies disminuye, dando paso a entornos más hostiles o fragmentados.
Los investigadores cartografiaron siete tipos de zonas, desde núcleos densos hasta márgenes transicionales. Esta jerarquía se encuentra tanto en bosques tropicales como en arrecifes de coral. Las especies adaptadas a las condiciones locales dominan los núcleos, mientras que las generalistas colonizan las periferias.
El estudio confirma el papel clave del filtrado ambiental. Solo los organismos que toleran limitaciones específicas —calor, sequía, salinidad— persisten en cada zona. Este mecanismo explica por qué la biodiversidad disminuye progresivamente desde los núcleos centrales.
Implicaciones para la conservación
Proteger los núcleos biodiversificados es crucial, ya que aseguran la supervivencia de la mayoría de las especies. Estas zonas, a veces minúsculas, constituyen reservorios irremplazables. Los autores subrayan que su preservación debe ser prioritaria, aunque los márgenes alberguen especies raras adaptadas a nichos extremos.
Esta regla universal también ofrece una herramienta para anticipar los efectos del cambio climático. Al identificar los núcleos más resilientes, los científicos podrán enfocar mejor los esfuerzos de conservación. Los modelos actuales ganan así en precisión.
Finalmente, el estudio cuestiona la idea de una biodiversidad desordenada. Las mismas fuerzas ambientales parecen estructurar la vida en todo el planeta. Esta regularidad inesperada abre nuevas vías para comprender la evolución de los ecosistemas.
Autor del artículo: Cédric DEPOND
Fuente: Nature Ecology & Evolution