Cédric - Martes 4 Marzo 2025

Descubrimiento: ardillas voladoras gigantes vivieron alguna vez en América del Norte 🐿️

Hace aproximadamente 5 millones de años, una ardilla voladora gigante, del tamaño de un gato, planeaba sobre los bosques del actual Tennessee, junto a rinocerontes y mastodontes. Este descubrimiento inesperado arroja luz sobre los misterios de la biodiversidad prehistórica en América del Norte.


Vista artística de la ardilla voladora gigante (Miopetaurista webbi).
Crédito: licencia CC BY-NC-SA 4.0.

El yacimiento fosilífero de Gray, en el noreste de Tennessee, continúa revelando tesoros paleontológicos. Entre ellos, recientemente se han identificado los restos de una ardilla voladora gigante, Miopetaurista webbi. Este espécimen, que pesaba alrededor de 1,4 kg, es tres veces más pesado que las ardillas grises actuales.

Una migración sorprendente desde Eurasia


El género Miopetaurista era hasta ahora principalmente conocido en Eurasia, donde sus fósiles han sido ampliamente documentados. Su presencia en América del Norte, confirmada por el fósil descubierto en el yacimiento de Gray, sugiere una migración a través del puente terrestre de Bering hace aproximadamente 5 millones de años. El período que siguió, más cálido que el actual, permitió que estos animales se adaptaran a los bosques húmedos de Tennessee, donde coexistieron con una fauna diversa.


Los investigadores se han mostrado particularmente sorprendidos por este descubrimiento, ya que las evidencias anteriores de la presencia de ardillas voladoras en América del Norte eran escasas e inciertas. Antes de este hallazgo, solo algunas menciones vagas en Florida sugerían su existencia. El fósil de Gray, por el contrario, aporta una confirmación sólida, mostrando que estos animales vivieron realmente en el continente.

Esta migración se enmarca en un movimiento más amplio de fauna entre Asia y América del Norte durante el Plioceno. Las condiciones climáticas favorables permitieron que numerosas especies, incluida Miopetaurista, cruzaran el puente terrestre de Bering. Este descubrimiento subraya la importancia de los intercambios biológicos entre continentes en la evolución de los ecosistemas prehistóricos.

Un maestro del vuelo planeado


Estas ardillas gigantes estaban perfectamente adaptadas a la vida arbórea, gracias a sus amplias membranas de vuelo, llamadas patagios. Estas estructuras, extendidas entre sus extremidades, les permitían planear largas distancias. Esta capacidad era esencial para escapar de los depredadores y desplazarse eficientemente en los densos bosques de la época.

Su agilidad en los árboles los convertía en habitantes privilegiados de los bosques húmedos del Plioceno. Su dieta, probablemente compuesta de frutas, nueces y hojas, estaba adaptada a este entorno rico en vegetación. Su relativa ligereza, a pesar de su tamaño imponente, les permitía moverse con facilidad en la copa de los árboles.

Sin embargo, los cambios climáticos acabaron con su adaptación. Las glaciaciones del Pleistoceno aislaron progresivamente a estos animales en refugios más cálidos, como Florida, antes de llevar a su extinción. Esta desaparición ilustra el impacto de las variaciones climáticas en la supervivencia de las especies, incluso las mejor adaptadas a su entorno.

Autor del artículo: Cédric DEPOND
Fuente: Journal of Mammalian Evolution
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