La depresión se caracteriza, entre otras cosas, por una tendencia a percibir de manera excesivamente negativa los estímulos sensoriales y las situaciones de la vida cotidiana. Sin embargo, los mecanismos subyacentes a este "sesgo de negatividad", que podría alimentar el trastorno depresivo, permanecían poco conocidos hasta ahora.
Para esclarecer esta cuestión, investigadores del Instituto Pasteur y del CNRS, en colaboración con psiquiatras del GHU Paris Psiquiatría y Neurociencias, del Inserm y del CEA, decidieron explorar la amígdala y observar su funcionamiento durante episodios depresivos. Así, identificaron que el estado depresivo induciría una alteración de ciertos circuitos neuronales específicos, con una reducción en la actividad de las neuronas implicadas en la percepción agradable de estímulos positivos, y por el contrario, una sobreactivación de aquellas responsables de la percepción de estímulos negativos.
Estos resultados, que podrían ayudar a desarrollar nuevos medicamentos para personas resistentes a los tratamientos clásicos, fueron publicados en la revista
Translational Psychiatry en septiembre de 2024.
Entre el 15 y el 20 % de la población atraviesa, en algún momento de su vida, un episodio depresivo
1, es decir, "un estado de profunda angustia que persiste". Sin embargo, el 30 % de los pacientes que sufren de depresión son resistentes a los tratamientos farmacológicos clásicos como los antidepresivos.
Para desarrollar nuevas terapias, es fundamental comprender mejor los mecanismos subyacentes al estado depresivo, particularmente aquellos que inducen un "sesgo de negatividad". De hecho, la depresión lleva a los pacientes a percibir el mundo y el conjunto de estímulos sensoriales de manera excesivamente negativa: los estímulos agradables se vuelven menos atractivos y los estímulos desagradables más aversivos, lo que favorece el desarrollo y la persistencia de los síntomas depresivos.
Hoy en día, se sabe que la amígdala está implicada en la apreciación del valor emocional de los estímulos ambientales, lo que provoca atracción o repulsión, pero también juega un papel en la depresión.
Depresión: una disfunción de ciertas neuronas en la amígdala estaría en el origen de la percepción negativa del entorno. Esta foto muestra la amígdala basolateral de un ratón. Se observan, gracias a marcadores fluorescentes, las neuronas encargadas de codificar los estímulos negativos (en violeta) y las neuronas encargadas preferentemente de codificar los estímulos positivos (en rojo).
© Claire-Hélène De Badts, Institut Pasteur
"Más recientemente, se ha puesto en evidencia el papel de ciertos circuitos específicos de neuronas en la amígdala en la percepción positiva o negativa de los estímulos ambientales, pero aún no habíamos observado la alteración de estos circuitos durante un episodio depresivo.", indica Mariana Alonso, coautora principal de este estudio y jefa del grupo Circuitos emocionales, en el laboratorio de Percepción y acción del Instituto Pasteur.
Para conocer más sobre la implicación de estos circuitos en el sesgo de negatividad, investigadores del Instituto Pasteur y del CNRS, en colaboración con psiquiatras del GHU Paris Psiquiatría y Neurociencias, del Inserm y del CEA, decidieron estudiar la actividad de la amígdala en un modelo murino de la depresión.
Al igual que los pacientes depresivos bipolares, este modelo murino manifiesta un comportamiento descrito como de ansiedad y estrés (descuidan su higiene, se refugian en la oscuridad, se arrastran junto a las paredes) y responden a los estímulos olfativos con un sesgo de valor negativo (no son atraídos por olores de orina de hembra, estímulo que normalmente es atractivo para los ratones machos, y son fuertemente repelidos por olores de depredadores).
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Para estudiar el funcionamiento de la amígdala durante la depresión, medimos la actividad de ciertos circuitos neuronales implicados en la interpretación más o menos negativa de los estímulos olfativos", precisa Mariana Alonso. Los científicos pudieron así evidenciar que en un estado depresivo, las neuronas implicadas preferentemente en la codificación de estímulos positivos son menos activas de lo habitual, mientras que las neuronas implicadas preferentemente en la codificación de estímulos negativos están fuertemente activadas.
En otras palabras, la depresión parece inducir una disfunción en los circuitos de la amígdala implicados en la codificación de estímulos ambientales, lo que favorecería el sesgo de valencia negativa característico de la depresión.
Estos datos son sumamente valiosos para el desarrollo de nuevos tratamientos para personas con depresión, pero también para quienes sufren de trastornos bipolares, que experimentan variaciones en su estado de ánimo desproporcionadas en duración e intensidad. "
Logramos revertir, al menos parcialmente, el sesgo emocional negativo inducido en ratones, y el comportamiento depresivo asociado, al sobreactivar las neuronas implicadas en la codificación positiva de los estímulos ambientales. Es una línea de investigación interesante para el desarrollo de nuevos tratamientos", destaca Mariana Alonso.
"Ahora estamos explorando en humanos si la recuperación de un episodio depresivo depende de la restauración de la activación de estos circuitos neuronales", concluye Chantal Henry, profesora de psiquiatría en la Universidad de París, psiquiatra en el hospital Sainte-Anne y investigadora en la unidad de Percepción y acción del Instituto Pasteur.
Fuente: Instituto Pasteur