Redbran - Sábado 2 Marzo 2024

Del blanco al verde: visualice el cambio climático en Groenlandia

La fusión del hielo en Groenlandia, una transformación silenciosa pero profunda, marca la evolución de nuestro planeta ante el calentamiento global. En las últimas tres décadas, aproximadamente 28 707 km² de la capa de hielo y los glaciares de Groenlandia han desaparecido, un territorio comparable en tamaño a Albania. Esta pérdida, aunque representa solo el 1,6% de la cobertura total de hielo de Groenlandia, señala cambios ambientales importantes, con potenciales consecuencias vastas para el ecosistema mundial.


Imagen de ilustración Pixabay

Investigadores de la Universidad de Leeds han examinado la evolución de Groenlandia, la isla más grande del mundo, utilizando archivos satelitales históricos que se remontan a la década de 1980. Han observado no solo una reducción significativa en las extensiones de hielo sino también un incremento notable en la vegetación, que se ha más que duplicado durante el período de estudio. Este aumento de "verdor", sin embargo, no debe ser visto como un desarrollo necesariamente positivo. Es el síntoma de un desequilibrio ecológico creciente, inducido por las temperaturas ascendentes.


Groenlandia se está calentando a un ritmo dos veces superior al promedio mundial desde la década de 1970, con consecuencias tangibles en su paisaje. Las pérdidas de hielo, concentradas principalmente alrededor de los glaciares actuales y en ciertas regiones específicas, dejan lugar a terrenos desnudos, zonas húmedas y extensiones arbustivas. Este fenómeno, además de modificar la composición del suelo, también influye en la temperatura de la superficie terrestre, acelera las emisiones de gases de efecto invernadero y desestabiliza el paisaje, en particular a través de la degradación del permafrost.

La pérdida de hielo afecta el albedo, es decir, la capacidad de reflexión de la superficie terrestre, lo que conduce a un calentamiento adicional. Las zonas anteriormente blancas y reflectantes, que devolvían la energía solar al espacio, dan paso a rocas oscuras o a extensiones de agua, que absorben más calor. Al mismo tiempo, el incremento de zonas húmedas, especialmente en el este y noreste de Groenlandia, intensifica las emisiones de metano, un potente gas de efecto invernadero.


Al comparar los tipos de suelo entre los años 1980 y 2010, se observa que las zonas verdes, es decir, donde crecen las plantas, han aumentado, especialmente en el suroeste y noreste.
Crédito: Universidad de Leeds

Los investigadores advierten que estos cambios no están exentos de consecuencias para las poblaciones indígenas, cuyas prácticas tradicionales de subsistencia dependen de la estabilidad de estos ecosistemas frágiles. La expansión de la vegetación, junto con el retroceso de los glaciares y de la capa de hielo, también altera el flujo de sedimentos y nutrientes hacia las aguas costeras, con posibles repercusiones en la biodiversidad marina.

El retroceso del hielo en Groenlandia es un indicador alarmante del calentamiento global, contribuyendo significativamente al aumento del nivel del mar. Este fenómeno, que se extiende más allá de las fronteras de Groenlandia, subraya la urgencia de adoptar medidas para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero y preservar los equilibrios naturales de nuestro planeta.

Fuente: Scientific Reports
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