Adrien - Sábado 13 Diciembre 2025

☠️ Cuando la bacteria responsable de la tuberculosis fabrica su propio veneno

Mycobacterium tuberculosis, la bacteria responsable de la tuberculosis, produce pares de veneno-antídoto, llamadas "Toxina-Antitoxina", que le permiten controlar su crecimiento y adaptarse a las agresiones.

En un artículo publicado en Nucleic Acids Research, científicos han identificado una de estas toxinas que bloquea la producción de proteínas, provocando así la muerte del bacilo. Estimular la actividad de esta toxina podría permitir luchar mejor contra ciertas cepas bacterianas multirresistentes a los antibióticos.



Comprender la tuberculosis para combatirla mejor


La tuberculosis es la primera causa de mortalidad debida a un solo agente infeccioso: la bacteria Mycobacterium tuberculosis (M. tuberculosis). Esta última afecta principalmente a los pulmones y se transmite de una persona a otra por vía aérea. Puede persistir mucho tiempo en el organismo en una forma latente, no replicativa y resistente a los medicamentos: la tuberculosis latente.

La aparición de cepas multirresistentes y ultrarresistentes a los antibióticos ha incrementado la necesidad de identificar nuevos blancos y estrategias de tratamiento innovadoras para desarrollar nuevos fármacos.

M. tuberculosis posee un número notablemente elevado de pequeños módulos genéticos de dos componentes llamados sistemas de Toxina-Antitoxina (TA), cerca de 90. Estos sistemas están compuestos por una toxina deletérea y una antitoxina que inhibe su actividad y juega el papel de antídoto. En condiciones normales, la antitoxina neutraliza la toxina. Pero en situación de estrés, la inhibición por la antitoxina se levanta: las toxinas se vuelven activas y apuntan a procesos vitales como la síntesis de proteínas (traducción), la replicación, el metabolismo o la formación de la pared celular, provocando una inhibición del crecimiento o la muerte del bacilo.

Si algunos de estos sistemas participan en la virulencia y la persistencia del bacilo, su papel exacto en M. tuberculosis sigue sin comprenderse bien. No obstante, la potencia tóxica de algunas de estas moléculas permite vislumbrar un potencial terapéutico inédito, ya sea como nuevo blanco para la investigación de fármacos, o como agente antimicrobiano directo.

Nuevas pistas gracias a la toxina ReIE



En un artículo publicado en la revista Nucleic Acids Research, científicos revelan una actividad notable dentro de ciertas toxinas de la familia ReIE. Estas toxinas bloquean la fabricación de proteínas, un proceso vital para la supervivencia de la bacteria. Atacan directamente al ribosoma, la "máquina" celular que ensambla las proteínas a partir de las instrucciones contenidas en el ADN.

Concretamente, cortan una pequeña porción de un componente del ribosoma (el ARN ribosómico), lo que impide que este se fije correctamente a las moléculas de ARN mensajero, los "planos" utilizados para fabricar las proteínas. Sin este paso, la bacteria ya no puede producir las proteínas que necesita para crecer o reproducirse.

Este avance abre nuevas perspectivas terapéuticas: estimular la actividad de la toxina ReIE podría permitir combatir la bacteria y contrarrestar su resistencia creciente a los antibióticos.

Fuente: CNRS INSB
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