Cédric - Viernes 28 Noviembre 2025

🍕 ¿Cuáles son los productos ultraprocesados más nocivos para tu salud mental?

La omnipresencia de los productos industriales en nuestros supermercados representaría un peligro para nuestra salud cognitiva. Una investigación científica realizada por investigadores estadounidenses establece ahora una distinción entre diferentes categorías de alimentos procesados, identificando aquellos que más contribuyen al deterioro de las funciones cerebrales. Estas observaciones cuestionan algunos de nuestros hábitos alimentarios más arraigados.

El estudio publicado en The American Journal of Clinical Nutrition aporta una perspectiva inédita sobre los vínculos entre nutrición y salud cerebral. Los científicos siguieron a 4.750 participantes de 55 años y más durante 7 años, evaluando regularmente sus capacidades cognitivas a través de pruebas estandarizadas. Al observar sus hábitos alimentarios, su metodología permitió aislar el impacto específico de cada categoría de alimentos ultraprocesados, más allá de las generalidades habitualmente mencionadas sobre este tipo de productos.


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Carnes y bebidas: un cóctel peligroso



El análisis de los datos revela que los productos cárnicos procesados representan la amenaza más significativa para la salud cerebral. Los embutidos, salchichas y otras preparaciones a base de carne industrial aumentan un 17% el riesgo de trastornos cognitivos por cada porción diaria adicional. Estos alimentos modificados por procesos industriales parecen particularmente agresivos para las neuronas.

Las bebidas azucaradas ocupan el segundo lugar de esta poco envidiable clasificación. Los refrescos, tés helados y zumos de frutas industriales conllevan un aumento del 6% del riesgo por cada consumo adicional diario. Su composición rica en azúcares rápidos y aditivos podría explicar su impacto negativo en los circuitos cerebrales responsables de la memoria y las funciones ejecutivas.

La investigación demuestra que la asociación regular de estas dos categorías de productos potencia sus efectos deletéreos. Los mecanismos precisos quedan por elucidar, pero los científicos examinan varias pistas, incluyendo la inflamación crónica, el estrés oxidativo y la perturbación del microbioma intestinal. Estos procesos fisiológicos afectarían directamente la comunicación entre las células nerviosas.

Una amenaza dirigida, no generalizada


Contra todo pronóstico, el consumo global de alimentos ultraprocesados no muestra una correlación significativa con el declive cognitivo en este estudio. Los snacks salados, los platos preparados o los productos cerealistas industriales no aparecen asociados a una degradación acelerada de las facultades cerebrales. Este matiz importante modera los discursos alarmistas sobre el conjunto de estos productos.


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Los investigadores subrayan que la composición específica de las carnes y bebidas procesadas podría explicar su peligrosidad particular. Los nitratos, fosfatos, azúcares líquidos y ciertos aditivos presentes en estos productos atravesarían más fácilmente la barrera hematoencefálica, esta protección natural del cerebro contra las sustancias nocivas que circulan en la sangre.


Estas observaciones abren perspectivas concretas para la prevención sin exigir una abstinencia completa respecto a los alimentos industriales. El énfasis puede ponerse en la reducción selectiva de las categorías más problemáticas, según el principio de moderación defendido por los autores del estudio. Este enfoque pragmático reconoce la diversidad de los comportamientos alimentarios contemporáneos.

Para ir más allá: ¿Qué se llama exactamente un alimento ultraprocesado?


La clasificación NOVA categoriza los alimentos según su grado de procesamiento. Los productos ultraprocesados sufren varias etapas industriales y contienen aditivos sin equivalente culinario. Su formulación busca la rentabilidad y la conservación más que la calidad nutricional.

Estos alimentos combinan a menudo ingredientes aislados como proteínas texturizadas o aceites hidrogenados. Su lista de aditivos incluye emulsionantes, edulcorantes y potenciadores del sabor artificiales. Su perfil nutricional desequilibrado los distingue de las preparaciones culinarias tradicionales.

Su consumo ha aumentado regularmente desde los años 1980 en la mayoría de los países industrializados. Representan a veces más de la mitad de los aportes calóricos en ciertas poblaciones, particularmente entre niños y adolescentes.


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¿Cómo miden los investigadores el declive cognitivo?


Las evaluaciones estandarizadas incluyen pruebas de memoria inmediata y diferida que miden la capacidad para retener nueva información. Otros ejercicios examinan las funciones ejecutivas como la flexibilidad mental o el control inhibitorio. Estas herramientas validadas internacionalmente permiten comparaciones objetivas.

El seguimiento longitudinal permite observar la evolución de los rendimientos a lo largo de varios años. Los investigadores establecen puntuaciones a partir de varias pruebas complementarias. Esta metodología detecta las variaciones sutiles que preceden a los trastornos clínicamente significativos.

El estudio estadounidense utilizaba pruebas simples como contar hacia atrás o restar números sucesivos. Estas tareas aparentemente básicas solicitan sin embargo redes neuronales elaboradas cuya alteración señala un riesgo aumentado de patología neurodegenerativa.

Autor del artículo: Cédric DEPOND
Fuente: American Journal of Clinical Nutrition
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