Los metales pesados, como el plomo o el arsénico, están presentes de manera natural en el suelo y el agua. Sin embargo, actividades humanas como la minería, la metalurgia, o el tráfico de vehículos, han incrementado considerablemente sus concentraciones, exponiendo a las poblaciones humanas y animales a dosis potencialmente tóxicas aún no bien evaluadas. Un estudio publicado en
Journal of Hazardous Materials muestra el impacto de la contaminación por metales pesados en la salud de las abejas, esenciales para el buen funcionamiento de los ecosistemas.
Los científicos expusieron colonias de abejas melíferas a diferentes niveles de contaminación metálica en un radio de 11km alrededor de la antigua mina de oro de Salsigne, en la Montagne Noire del sur de Francia. Este es uno de los sitios más contaminados por metales pesados en Europa, y en particular en arsénico utilizado para la extracción de oro durante décadas, lo que le ha valido el triste apodo de "valle del arsénico". Durante el experimento, las abejas se contaminaron progresivamente por contacto con el polvo, el agua o el néctar y el polen en las plantas.
Después de dos meses de exposición en este sitio, los científicos llevaron las abejas al laboratorio para estudiar su comportamiento. Evaluaron su salud cognitiva a través de protocolos de condicionamiento en los que las abejas deben aprender a asociar un olor con una recompensa de agua azucarada. Así, las abejas recolectadas cerca de la mina -y por lo tanto de la fuente de contaminación- mostraron defectos de aprendizaje, perdiendo la capacidad de reconocer los olores característicos de las flores ricas en néctar o los mensajes químicos enviados por sus congéneres para comunicarse. El rendimiento de estas abejas altamente contaminadas fue un 36% más bajo que el de las abejas recolectadas lejos de la mina.
El análisis del cerebro de las abejas, mediante imágenes de rayos X seguido de tratamiento por inteligencia artificial, permitió verificar que el volumen de la región responsable del procesamiento de olores (los lóbulos antenales) se redujo casi en un 4% en las abejas recolectadas cerca de la mina, en comparación con aquellas recolectadas a mayor distancia. Esto indica que la exposición crónica a los elementos traza metálicos, especialmente el arsénico, ha afectado el desarrollo de las abejas.
Aunque estas abejas no mueren directamente debido a la exposición a los metales pesados, los efectos cognitivos y de desarrollo observados en este estudio son problemáticos para el funcionamiento de las colonias, lo que conlleva un riesgo de colapso de las poblaciones a medio plazo. También es posible imaginar consecuencias dramáticas en el servicio de polinización que estos insectos proporcionan y del cual dependen fuertemente nuestros ecosistemas terrestres.
Estos resultados plantean serias preocupaciones sobre la salud de los polinizadores en áreas contaminadas por elementos metálicos nocivos. Incitan a repensar la cuantificación de las contaminaciones ambientales y la regulación asociada.
Referencia:
Monchanin C, Drujont E, Le Roux G, Lösel PD, Barron AB, Devaud JM, Elger A, Lihoreau M. La exposición ambiental a la contaminación metálica afecta el desarrollo del cerebro y la cognición de la abeja melífera.
J Hazard Mater. 2024 Mar 5;465:133218.
doi:
10.1016/j.jhazmat.2023.133218. Epub 2023 Dec 14.
Fuente: CNRS INSB