Adrien - Martes 2 Diciembre 2025

⚫ Confirmación de una predicción de Hawking sobre la superficie de los agujeros negros

El Universo es el escenario de colisiones titánicas entre objetos masivos, generando ondas que se propagan a través del tejido del espacio-tiempo. La detección de estas ondas gravitacionales inauguró una nueva era para la astrofísica, permitiendo observar eventos como las fusiones de agujeros negros.

Estos fenómenos, anteriormente puramente teóricos, ahora se vuelven accesibles gracias a instrumentos cada vez más sensibles. Los científicos pueden así probar predicciones elaboradas hace décadas, abriendo el camino a una comprensión profunda de las leyes fundamentales que rigen el cosmos.

Una colaboración internacional, que incluye investigadores de Columbia University, ha registrado una señal particularmente nítida proveniente de la fusión de dos agujeros negros. Gracias a mejoras en la sensibilidad de los detectores LIGO-Virgo-KAGRA, esta señal, designada GW250114, se observó con una claridad casi cuadruplicada en comparación con detecciones anteriores. Este avance técnico permite analizar con una precisión sin precedentes las propiedades de los agujeros negros implicados en la colisión, ofreciendo datos importantes para validar teorías físicas de larga data.


Cuando dos agujeros negros chocan y se fusionan, liberan ondas gravitacionales. Estas ondas son detectadas por los observatorios LIGO-Virgo-KAGRA en la Tierra, permitiendo a los científicos determinar la masa y la rotación de los agujeros negros. La señal de fusión GW250114, registrada por LIGO en enero de 2025, ofrece nuevas perspectivas sobre estos gigantes cósmicos.
Crédito: Maggie Chiang para Simons Foundation


Stephen Hawking formuló en 1971 que la superficie del horizonte de sucesos de los agujeros negros nunca puede disminuir. Los datos de GW250114 refuerzan esta idea, mostrando que la superficie del agujero negro resultante es al menos igual a la suma de las superficies de los dos iniciales. Esta confirmación, obtenida con gran exactitud, se alinea con las predicciones de la termodinámica de los agujeros negros y consolida la coherencia de la física teórica. Las observaciones anteriores ya indicaban esta tendencia, pero el nuevo estudio aporta una seguridad adicional gracias a mediciones más finas.

Después de la fusión, los agujeros negros emiten ondas gravitacionales residuales, comparables al sonido producido por un instrumento que se percute. El análisis de estas vibraciones ha permitido determinar la estructura y las características del agujero negro final. Los investigadores han confirmado que corresponde al modelo de Kerr, una solución matemática de las ecuaciones de Einstein que describe los agujeros negros en rotación. Esta correspondencia proporciona una prueba directa de la validez de la relatividad general en entornos extremos, donde las fuerzas gravitacionales dominan.

Roy Kerr, en los años 1960, resolvió las ecuaciones de la relatividad general para describir los agujeros negros en rotación. Su solución precisa la manera en que la gravedad, el espacio y el tiempo interactúan alrededor de estos objetos. La confirmación observacional de que los agujeros negros reales siguen esta descripción representa un paso significativo, ya que valida un fundamento de la física moderna. Los detalles de la sonoridad post-fusión proporcionan pistas sobre la naturaleza exacta de estas entidades cósmicas, ampliando nuestros conocimientos sobre su comportamiento.


Con la mejora continua de detectores como LIGO, los científicos anticipan la captura de señales aún más nítidas en el futuro. Esta progresión tecnológica promete revelar aspectos aún desconocidos de los agujeros negros y las ondas gravitacionales. Los investigadores, como Maximiliano Isi, manifiestan su entusiasmo por los descubrimientos venideros, que podrían confirmar o modificar otras teorías fundamentales. La era de la astronomía gravitacional apenas comienza, con un potencial considerable para la exploración de los confines del Universo.

Las ondas gravitacionales


Las ondas gravitacionales son ondulaciones del espacio-tiempo predichas por Albert Einstein en su teoría de la relatividad general. Se propagan a la velocidad de la luz y son producidas por eventos cósmicos violentos, como las fusiones de agujeros negros o de estrellas de neutrones. Su detección directa en 2015 por los interferómetros LIGO marcó un punto de inflexión en la astronomía, permitiendo observar el Universo de una manera totalmente nueva. Estas ondas transportan información sobre las masas y los movimientos de los objetos que las generan, ofreciendo una herramienta poderosa para estudiar fenómenos de otro modo invisibles.

La detección de las ondas gravitacionales se basa en instrumentos extremadamente sensibles, como los interferómetros láser de LIGO, Virgo y KAGRA. Estos aparatos miden variaciones ínfimas de distancia causadas por el paso de las ondas, con una precisión comparable a la fracción del tamaño de un átomo. Las señales capturadas se analizan para reconstituir las propiedades de las fuentes, tales como la masa, la rotación y la distancia. Esta tecnología ha evolucionado rápidamente, permitiendo observaciones cada vez más claras y frecuentes, que enriquecen nuestra comprensión de las leyes físicas.


La importancia de las ondas gravitacionales reside en su capacidad para revelar aspectos del Universo inaccesibles por otros medios, como la luz o los rayos X. Permiten estudiar objetos compactos y eventos energéticos, proporcionando pruebas rigurosas para las teorías de la gravedad. Los descubrimientos recientes, como la confirmación de predicciones de Hawking y Einstein, ilustran cómo estas ondas transforman nuestra visión del cosmos. En el futuro, su estudio podría llevar a avances sobre la naturaleza del espacio-tiempo y los inicios del Universo.

El teorema de Hawking sobre el área de los agujeros negros


El teorema de Hawking, propuesto en 1971, estipula que la superficie del horizonte de sucesos de un agujero negro nunca puede disminuir. Esta idea se apoya en principios termodinámicos, comparando los agujeros negros con sistemas que tienden hacia un estado de entropía máxima. El horizonte de sucesos es el límite más allá del cual nada, ni siquiera la luz, puede escapar, y su área está ligada a la masa y la energía del agujero negro. El teorema implica que durante las fusiones, el área total aumenta o permanece constante, reflejando una ley fundamental de conservación.

La confirmación observacional de este teorema ha sido posible gracias al análisis de las ondas gravitacionales emitidas durante fusiones de agujeros negros. Midiendo las propiedades de los agujeros negros antes y después de la colisión, los investigadores pueden calcular las áreas y verificar que respetan la predicción de Hawking. Los datos de GW250114, con su precisión aumentada, han proporcionado una validación robusta, mostrando que el área del agujero negro resultante es superior o igual a la suma de las áreas iniciales. Esto refuerza la coherencia entre la relatividad general y la termodinámica.

Las implicaciones de este teorema van más allá de la simple confirmación, tocando cuestiones profundas sobre la naturaleza de la información y la energía en los agujeros negros. Demuestra que los agujeros negros obedecen a leyes similares a las de los sistemas termodinámicos, con una entropía proporcional a su área. Esta conexión abre vías para entender cómo la gravedad y la mecánica cuántica podrían unificarse. Las futuras observaciones, con detectores más sensibles, podrían refinar estos resultados y explorar casos límite, donde efectos cuánticos se vuelven significativos.

En la práctica, el teorema de Hawking guía los modelos teóricos y las simulaciones numéricas de las fusiones de agujeros negros. Ayuda a predecir el comportamiento de estos objetos en escenarios extremos, como las colisiones múltiples o las interacciones con otros cuerpos celestes. La validación continua de este principio a través de datos observacionales asegura que los fundamentos de la física de los agujeros negros permanezcan sólidos, a la vez que inspira nuevas investigaciones.

Fuente: Physical Review Letters
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