¿Cómo apareció la vida a partir de materia inerte? Esta pregunta sigue siendo uno de los misterios más profundos de la ciencia. Roland Riek, profesor de química física y director adjunto del nuevo Centro Interdisciplinario para el Origen y la Prevalencia de la Vida de la ETH Zurich, asegura que las pistas que conducen a los orígenes de la vida han sido borradas por la evolución durante los últimos tres a cuatro mil millones de años. Por lo tanto, la ciencia debe basarse en hipótesis y apoyarlas con datos experimentales.
El equipo de Riek se enfoca en la idea de que los agregados de proteínas, llamados amiloides, podrían haber desempeñado un papel clave en la transición entre la química y la biología. Han demostrado en el laboratorio que los amiloides pueden formarse fácilmente en condiciones similares a las de la Tierra primitiva, simplemente a partir de aminoácidos y gas volcánico. Estas cadenas peptídicas se ensamblan espontáneamente en fibras.
Los amiloides también pueden replicarse, satisfaciendo así un criterio crucial para ser considerados como moléculas precursoras de la vida. Además, investigaciones recientes muestran que los amiloides pueden unirse al ARN y al ADN. Estas interacciones, basadas en parte en la atracción electrostática y la secuencia de nucleótidos, podrían representar una forma primitiva del código genético universal.
Otra ventaja de los amiloides es su capacidad para aumentar la estabilidad de las moléculas genéticas. En la "sopa primordial", donde las moléculas bioquímicas estaban muy diluidas, esta estabilidad aumentada podría haber sido crucial. Las moléculas de larga duración se acumulan con mayor fuerza que las sustancias inestables, sugiriendo que la cooperación molecular, en lugar de la competencia, podría haber sido un factor determinante en la aparición de la vida.
Riek enfatiza que, aunque la competencia es central en la teoría de la evolución de Darwin, la cooperación también ha jugado un papel importante. La interacción estabilizadora entre los amiloides y las moléculas de ARN o ADN beneficia a ambas clases de moléculas. Este descubrimiento podría revolucionar nuestra comprensión de los orígenes de la vida.
Fuente: Journal of the American Chemical Society