Los animales muestran una resiliencia excepcional frente a las deficiencias sensoriales, una capacidad aún ampliamente incomprendida.
En un estudio publicado en PNAS, científicos revelan cómo las hormigas del desierto compensan una pérdida visual gracias a un proceso rápido de reaprendizaje. Estos resultados podrían inspirar avances tecnológicos para mejorar la resiliencia de sistemas artificiales o biológicos.
Imagen de ilustración Pixabay
Los animales se distinguen de las máquinas por su increíble resiliencia: esta capacidad para superar lesiones, deficiencias sensoriales u otras discapacidades y continuar funcionando. Sin embargo, los mecanismos que hacen posible esta resiliencia siguen siendo un misterio.
En los humanos, por ejemplo, cuando una persona se queda ciega, debe pasar por una larga fase de readaptación para reaprender a interactuar con su entorno antes de recuperar un funcionamiento autónomo. Pero, ¿qué pasa con los animales? ¿Pueden compensar rápidamente una deficiencia y, de ser así, cómo lo logran?
Las hormigas muestran una capacidad de adaptación sensorial impresionante
En un estudio publicado en la revista PNAS, los científicos exploraron esta pregunta en las hormigas, esos pequeños insectos a menudo subestimados por su complejidad conductual. Quisieron saber si, al enfrentarse a una anomalía sensorial, las hormigas eran capaces de superar esta dificultad y retomar una actividad normal.
Para ello, "vendaron temporalmente un ojo" a hormigas entrenadas para reconocer una ruta en su entorno natural. El objetivo era comparar sus reacciones con las predichas por modelos científicos establecidos.
Como era de esperar, las hormigas semi cegadas mostraron inicialmente una fuerte desorientación. Incapaces de reconocer su entorno como lo hacían antes, no podían encontrar su camino ni recordar sus rutinas habituales. Sin embargo, y de manera sorprendente, se adaptaron en un tiempo récord.
En solo unas horas, estas hormigas recuperaron un comportamiento funcional. Este resultado supera ampliamente las capacidades predichas por los modelos actuales, que no poseen los procesos de compensación necesarios.
Rigidez y flexibilidad: un equilibrio
Pero, ¿cómo lograron estas hormigas compensar tan rápidamente? Al analizar su comportamiento, los científicos descubrieron que adoptaban una estrategia notable: "volvían a empezar desde cero".
Concretamente, regresaban espontáneamente a una etapa conductual temprana, como si estuvieran reaprendiendo su entorno con su nueva condición sensorial. Este proceso de adaptación revela una plasticidad conductual insospechada, una capacidad de aprendizaje y reorganización mucho más rápida que lo que se observa en los humanos, o que las máquinas más avanzadas podrían lograr.
Estos experimentos arrojan luz sobre aspectos inesperados de cómo las hormigas perciben el mundo. Por ejemplo, una hormiga que ha aprendido una escena visual con un solo ojo es incapaz de reconocerla cuando usa ambos ojos. Esta rigidez en su procesamiento sensorial contrasta con su flexibilidad conductual y plantea preguntas fundamentales sobre cómo estos insectos codifican y utilizan la información visual.
Estos resultados ofrecen una nueva perspectiva sobre los mecanismos de resiliencia sensorial y conductual, con implicaciones para áreas variadas como la robótica adaptativa y la medicina de rehabilitación. Esta capacidad natural de las hormigas para compensar rápidamente déficits podría inspirar avances tecnológicos o terapéuticos para mejorar la resiliencia de sistemas artificiales y biológicos.
Fuente: CNRS INSB