Adrien - Sábado 27 Septiembre 2025

🦤 Cómo las aves gigantes conquistaron el mundo sin volar

Las avestruces, emús, ñandúes y otras aves gigantes incapaces de volar pueblan actualmente seis continentes separados por océanos. Su dispersión por todo el mundo intriga a los científicos desde hace décadas, ya que estas criaturas masivas obviamente no pueden cruzar los mares, ni volando ni nadando.

¿Cómo colonizaron entonces tierras tan distantes entre sí? Un enigma que quizás encuentre su respuesta en un pasado lejano, gracias a fósiles excepcionalmente bien conservados.


Imagen de ilustración Pixabay

Una antigua hipótesis sugería que los antepasados de estas aves, llamados paleognatos, simplemente caminaron hasta estas regiones cuando todas las tierras estaban unidas en un supercontinente llamado Pangea, hace entre 320 y 195 millones de años. Cuando Pangea se fragmentó, las aves habrían quedado aisladas en diferentes continentes. Sin embargo, esta idea no se sostiene frente a los datos genéticos, que indican que el último antepasado común de los paleognatos vivió hace aproximadamente 79,6 millones de años, mucho después de la dislocación de Pangea.


Para resolver este misterio, Klara Widrig, zoóloga especialista en vertebrados del Museo Nacional de Historia Natural de Washington, y su equipo estudiaron un fósil notable de Lithornis promiscuus, un paleognato antiguo de 59 a 56 millones de años de antigüedad. Aunque quizás no sea el antepasado directo de las especies actuales, ofrece la mejor visión de su apariencia y capacidades. El análisis detallado de su esternón, el hueso al que se unen los músculos del vuelo, reveló similitudes sorprendentes con aves modernas capaces de vuelos aeróbicos prolongados, como garzas y garcetas.

Estos resultados, publicados en Biology Letters, indican que Lithornis promiscuus podía realizar vuelos batidos de larga distancia, permitiéndole potencialmente cruzar océanos. Esta capacidad explicaría cómo los paleognatos ancestrales pudieron alcanzar continentes aislados. Una vez establecidos, estas aves evolucionaron independientemente hacia el gigantismo y la pérdida del vuelo, un fenómeno llamado evolución convergente, donde especies diferentes desarrollan rasgos similares en respuesta a entornos comparables.

Las condiciones favorables para la pérdida del vuelo incluyen la ausencia de depredadores y una alimentación accesible en el suelo. Después de la extinción de los dinosaurios no avianos hace 66 millones de años, el mundo estaba ampliamente desprovisto de grandes depredadores, ofreciendo una oportunidad única para que las aves terrestres abandonaran el vuelo, costoso en energía. Más tarde, frente a la emergencia de nuevos depredadores mamíferos, algunas especies se volvieron imponentes como el casuario, mientras que otras desarrollaron una carrera rápida como el avestruz.

Hoy en día, los paleognatos incluyen alrededor de 60 especies, desde tinamúes voladores hasta kiwis nocturnos, pasando por emús y avestruces. Su historia evolutiva ilustra cómo eventos geológicos y ecológicos mayores han esculpido la biodiversidad actual, sin que sea necesaria ninguna coordinación entre especies, como destaca Klara Widrig con humor.

Evolución convergente



La evolución convergente ocurre cuando especies no relacionadas desarrollan características similares en respuesta a presiones ambientales comparables. Por ejemplo, las alas de las aves y de los murciélagos evolucionaron independientemente para el vuelo, aunque sus antepasados sean muy diferentes.

En el caso de los paleognatos, varios linajes de aves incapaces de volar emergieron en diferentes continentes, cada uno adoptando un gran tamaño y patas robustas. Esto se explica por nichos ecológicos similares: ausencia de depredadores y recursos alimentarios en el suelo.

Este fenómeno es común en la naturaleza. Los delfines y los tiburones, aunque uno es un mamífero y el otro un pez, ambos tienen una forma hidrodinámica para nadar eficientemente. De igual modo, los cactus de América y las euforbias de África desarrollaron espinas y tejidos de almacenamiento de agua bajo climas desérticos.

La evolución convergente muestra cómo la selección natural puede producir soluciones análogas frente a desafíos similares, sin necesidad de parentesco cercano entre las especies.

Fuente: Biology Letters
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