El deshielo polar y la elevación del nivel del mar son fenómenos que preocupan a científicos y ciudadanos desde hace décadas. Un estudio reciente aporta una perspectiva impactante sobre la fiabilidad de las predicciones climáticas establecidas hace casi treinta años, confrontándolas con las observaciones satelitales actuales.
Los investigadores de la Universidad Tulane compararon las proyecciones de aumento del nivel del mar realizadas en los años 1990 con los datos medidos por satélites desde esa época. Constataron una concordancia notable, a pesar de las limitaciones tecnológicas de la época. Los modelos climáticos de entonces, aunque rudimentarios, anticiparon correctamente el aumento global del nivel del mar, demostrando una comprensión sólida de los mecanismos en juego.
El estudio destaca sin embargo algunas lagunas en las predicciones iniciales, en particular una subestimación de la contribución del deshielo de las capas de hielo. Los científicos de la época no habían comprendido plenamente el impacto del calentamiento de las aguas oceánicas en la desestabilización de las plataformas de hielo, especialmente en la Antártida. Esta aceleración imprevista de la pérdida de hielo ha añadido más de 2 cm al aumento observado.
Los autores insisten en la importancia de continuar los esfuerzos de vigilancia, en particular mediante las misiones espaciales de la NASA y los programas de la Agencia estadounidense de observación oceánica y atmosférica. Estos datos son importantes para afinar las proyecciones futuras y adaptar las estrategias costeras, ya que la subida del nivel del mar varía considerablemente de una región a otra.
Las incertidumbres persistentes sobre el comportamiento de las capas de hielo plantean preguntas para el futuro. Los escenarios incluyen ahora la posibilidad, aunque improbable, de un colapso catastrófico del hielo antártico para finales de siglo, que tendría consecuencias dramáticas para las zonas costeras bajas, como en Luisiana.
Las capas de hielo y su papel en la subida del nivel del mar
Las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida contienen enormes cantidades de agua congelada. Cuando se derriten, esta agua fluye hacia los océanos, contribuyendo directamente a la elevación del nivel del mar. El proceso de deshielo se acelera por el calentamiento climático, que afecta tanto a la temperatura del aire como a la del agua.
El hielo se derrite no solo en superficie por el efecto de temperaturas más cálidas, sino también por debajo, donde las aguas oceánicas más cálidas erosionan las bases de los glaciares. Este fenómeno, menos comprendido hace treinta años, explica por qué las primeras proyecciones subestimaron la contribución de las capas de hielo.
Los satélites modernos permiten medir con precisión el espesor y la velocidad de flujo de estas masas de hielo. Estos datos ayudan a los científicos a predecir mejor su evolución futura y anticipar los impactos en el nivel global de los mares.
La vigilancia satelital del nivel del mar
Desde principios de los años 1990, satélites especializados miden continuamente la altura de la superficie de los océanos. Estos instrumentos utilizan radares para enviar señales hacia la Tierra y medir su tiempo de retorno, permitiendo cálculos extremadamente precisos.
Esta tecnología ha revolucionado nuestra comprensión de la elevación del nivel del mar al proporcionar datos globales y homogéneos. Antes de ello, las mediciones se basaban en mareógrafos costeros, limitados geográficamente y sujetos a variaciones locales.
Los datos satelitales han confirmado que el nivel medio del mar aumenta aproximadamente 3 milímetros por año en promedio, con una aceleración reciente. También permiten estudiar las variaciones regionales, facilitando la adaptación de las políticas costeras a las especificidades locales.
Fuente: Earth's Future