Los higos, esos frutos dulces apreciados desde la Antigüedad, esconden una relación biológica asombrosa con minúsculos insectos. Una creencia popular afirma que cada higo contendría una avispa sacrificada.
La relación entre higueras y avispas específicas representa un ejemplo notable de mutualismo, donde dos especies diferentes cooperan para su beneficio mutuo. Estas avispas de los higos, minúsculas e inofensivas para el ser humano, miden apenas el tamaño de un mosquito y no pican. Han coevolucionado con las higueras durante millones de años, creando una interdependencia biológica. Esta asociación natural permite que las higueras sean polinizadas mientras las avispas encuentran un sitio de reproducción ideal.
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Lo que comúnmente llamamos el fruto del higo es en realidad una estructura hueca denominada sicono, llena de minúsculas flores internas. Cuando una avispa hembra penetra en esta cavidad por una abertura estrecha, puede perder sus alas y antenas durante el paso. Su rol consiste en depositar el polen necesario para la formación de las semillas, pero esta misión puede costarle la vida. Sin embargo, la presencia de insectos en los higos comerciales sigue siendo excepcional.
La mayoría de los higos disponibles en el comercio provienen de variedades llamadas partenocárpicas, como los higos Mission y Brown Turkey. Estos cultivares de Ficus carica producen frutos maduros sin necesitar polinización, eliminando así toda necesidad de intervención de las avispas. Charlotte Jandér, investigadora en ecología vegetal de la Universidad de Uppsala, precisa en Live Science que solo ciertas variedades silvestres o específicas como los higos Smyrna mantienen esta dependencia ancestral hacia los insectos polinizadores.
Incluso cuando una avispa muere dentro de un higo silvestre, su cuerpo se descompone completamente durante el proceso de maduración del fruto. Carlos Machado, profesor de biología de la Universidad de Maryland, explica en Live Science que las texturas crujientes a veces sentidas al comer higos provienen exclusivamente de las semillas de la planta. Los restos de insectos, si existen, son irreconocibles y perfectamente comestibles, no presentando ningún riesgo para el consumo humano.
El mutualismo higuera-avispa
El mutualismo representa una forma de simbiosis donde dos especies diferentes obtienen una ventaja recíproca de su asociación. En el caso de las higueras y las avispas específicas, esta relación se ha perfeccionado a lo largo de millones de años de evolución conjunta.
Las avispas de los higos pertenecen a la familia Agaonidae y cuentan con varias centenas de especies, cada una especializada para polinizar una especie particular de higuera. Esta especialización extrema garantiza una polinización eficaz pero también hace que cada especie sea vulnerable a la desaparición de su pareja vegetal.
El ciclo comienza cuando una avispa hembra, cargada de polen, penetra en el higo inmaduro por el ostíolo, una abertura natural. Su cuerpo está perfectamente adaptado a esta entrada estrecha, frecuentemente al precio de la pérdida de sus alas. En el interior, deposita el polen sobre las flores femeninas antes de morir de agotamiento o al intentar poner sus huevos.
Esta relación mutualista va más allá de la simple polinización, pues las higueras constituyen especies clave en sus ecosistemas. Su producción continua de frutos a lo largo del año alimenta a numerosos animales, haciendo de las higueras pilares ecológicos en los bosques tropicales y mediterráneos.