Las células inmunitarias del intestino, llamadas ILC3, desempeñan un papel clave para protegernos contra las agresiones externas. Unos investigadores australianos acaban de demostrar que una dieta rica en grasas puede alterar rápidamente estas células y debilitar nuestra barrera intestinal.
Los científicos del Instituto WEHI, en Melbourne, descubrieron que las grasas saturadas (como las presentes en la carne roja o la mantequilla) reducen rápidamente la producción de una proteína esencial, la IL-22.
La IL-22 es una proteína producida por las células de defensa del intestino. Ayuda a reparar los tejidos dañados y a fortalecer la barrera que nos protege de bacterias y toxinas. Sin suficiente IL-22, el intestino se vuelve más permeable, lo que aumenta el riesgo de inflamaciones.
En solo dos días, una dieta rica en grasas saturadas basta para modificar los tejidos intestinales en ratones. Estos cambios permanecen invisibles a simple vista pero preparan el terreno para enfermedades inflamatorias crónicas.
Los investigadores también notaron que las grasas insaturadas (presentes en frutos secos o aguacates) parecen tener el efecto contrario. Aumentan la producción de IL-22 y refuerzan las defensas del intestino.
Las grasas saturadas actúan, por tanto, como un doble veneno. Favorecen la inflamación y, al mismo tiempo, debilitan las defensas naturales del organismo. Esto vuelve al intestino más vulnerable a agresiones externas.
Al restaurar la producción de IL-22 en los ratones, los investigadores lograron corregir parcialmente los problemas provocados por las grasas saturadas. Este enfoque abre la puerta a nuevos tratamientos contra enfermedades inflamatorias crónicas.
El estudio, publicado en
Immunity, subraya la importancia de elegir bien las grasas en nuestra alimentación. Anima a priorizar las grasas insaturadas para fortalecer la salud intestinal. Estos resultados podrían influir en futuras recomendaciones dietéticas.
Esta investigación pone de relieve hasta qué punto nuestra alimentación tiene un efecto inmediato en nuestra salud intestinal. Los científicos continúan sus investigaciones para comprender mejor estos mecanismos y verificar su validez en humanos.
Fuente: Immunity