Adrien - Lunes 1 Diciembre 2025

💧 Agua contaminada: cuando las intuiciones envenenan

Un estudio científico revela una discrepancia impactante entre la percepción de seguridad del agua y los datos de contaminación real. Los habitantes depositan su confianza en fuentes que, en realidad, presentan importantes riesgos sanitarios, mientras que otras, menos valoradas, resultan más limpias.

Investigadores de la Universidad Estatal de Washington realizaron una encuesta en las Tierras Altas Occidentales de Guatemala, comparando las creencias locales sobre la calidad del agua con análisis de laboratorio. Descubrieron que el agua embotellada, frecuentemente percibida como la más segura, mostraba los índices de contaminación más elevados entre los once tipos analizados.

Esta agua, envasada en grandes garrafas reutilizables, tenía seis veces más probabilidades de contener coliformes, bacterias indicadoras de contaminación fecal, que otras fuentes. Solo el 17% de las muestras de agua embotellada cumplían con las normas de la Organización Mundial de la Salud para agua potable. Por el contrario, los pozos municipales protegidos, aunque menos apreciados, mostraban los niveles de contaminación más bajos.


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El estudio abarcó sesenta hogares, distribuidos entre zonas urbanas y rurales, donde se tomaron muestras de agua de diversas fuentes como agua embotellada, agua del grifo, pozos, manantiales y agua filtrada. Los análisis buscaron bacterias coliformes, Escherichia coli, así como cepas productoras de beta-lactamasas de espectro extendido o resistentes a carbapenémicos. Estas últimas son especialmente preocupantes porque resisten a muchos antibióticos comunes y pueden provocar infecciones difíciles de tratar, aunque a menudo permanecen inofensivas en el sistema digestivo.

La contaminación no se limitaba al agua embotellada. Globalmente, el 90% de las muestras contenían coliformes, 55% E. coli y 30% bacterias ESBL. Las CRE, más raras, se detectaron en algunas muestras de agua del grifo. Esta presencia en el agua potable es alarmante porque favorece la propagación de la resistencia a los antibióticos, un desafío de salud pública mundial. Más de cuatro mil millones de personas carecen de acceso a agua gestionada de forma segura, y la contaminación fecal contribuye a millones de casos de enfermedades diarreicas cada año, especialmente en niños pequeños.

Las creencias culturales juegan un papel clave en este fenómeno. Las personas que confían en su fuente de agua son menos propensas a hervirla, tratarla o limpiar regularmente los dispensadores, como ocurre con las garrafas de agua. Esta falta de precauciones higiénicas puede crear condiciones propicias para la proliferación bacteriana. Así, la percepción de seguridad puede agravar involuntariamente los riesgos, al reducir los comportamientos protectores.

Estos resultados, publicados en el Journal of Water and Health, plantean preguntas sobre las estrategias de salud pública. En definitiva, esta investigación resalta la necesidad de cerrar la brecha entre las percepciones y la realidad científica. Intervenciones dirigidas, como campañas de sensibilización y un mejor seguimiento de la calidad del agua, podrían ayudar a proteger a las comunidades contra contaminaciones invisibles pero peligrosas.

Las bacterias indicadoras de contaminación del agua



Los coliformes son un grupo de bacterias comúnmente utilizadas como indicadores de la calidad del agua, ya que su presencia suele señalar contaminación fecal. Estos microorganismos no siempre son patógenos en sí mismos, pero indican que el agua ha estado en contacto con materias fecales, lo que puede introducir agentes patógenos más peligrosos como Escherichia coli. En el estudio guatemalteco, la detección de coliformes en el 90% de las muestras muestra una contaminación generalizada, poniendo de relieve los riesgos para la salud pública.

Escherichia coli, o E. coli, es una bacteria específica frecuentemente asociada con la contaminación fecal y capaz de provocar infecciones intestinales graves. Su presencia en el 55% de las muestras de agua en Guatemala revela un alto nivel de exposición a patógenos. A diferencia de los coliformes generales, E. coli está más directamente relacionada con enfermedades como la diarrea, especialmente en niños, lo que explica por qué se monitoriza de cerca en las normas internacionales sobre agua potable.

Las bacterias productoras de beta-lactamasas de espectro extendido y resistentes a carbapenémicos representan una amenaza creciente debido a su resistencia a los antibióticos. Pueden sobrevivir en el agua y propagarse incluso sin causar enfermedad inmediata, contribuyendo a la emergencia de superbacterias. Su detección en el agua potable, como en el 30% de las muestras para ESBL, subraya la importancia de controles rigurosos para prevenir la difusión de la resistencia antimicrobiana en entornos comunitarios.

Fuente: Journal of Water and Health
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