Durante su paso cerca de Marte el 3 de octubre, el objeto interestelar 3I/ATLAS fue capturado por el orbitador ExoMars Trace Gas Orbiter de la Agencia Espacial Europea. A una distancia de aproximadamente 30 millones de kilómetros del planeta rojo, el objeto se desplazaba a la impresionante velocidad de 210.000 km/h.
Las imágenes tomadas por el instrumento CaSSIS permitieron crear una animación que muestra el cometa como un punto luminoso borroso cruzando el campo de visión. Esta observación representa la vista más cercana que obtendrá la ESA de este misterioso visitante cósmico.
Imagen capturada por el rover Perseverance el 4 de octubre, mostrando el cometa 3I/ATLAS como una estela luminosa en el cielo marciano.
Crédito: NASA/JPL-Caltech
El orbitador Mars Express, aunque correctamente posicionado para observar el fenómeno, no pudo detectar el cometa debido a su baja luminosidad. Los instrumentos del Trace Gas Orbiter, diseñados inicialmente para estudiar la superficie marciana desde solo unos cientos de kilómetros, tuvieron que ser utilizados de manera innovadora para capturar este objeto lejano y rápido. Los investigadores explicaron que el cometa aparecía aproximadamente entre 10.000 y 100.000 veces menos luminoso que los objetivos habituales del instrumento, lo que representa una verdadera hazaña técnica.
La mancha brillante visible en las imágenes corresponde al núcleo del cometa, una bola de hielo y roca, rodeada de su cabellera - la nube de gas que se evapora cuando el cometa se acerca al Sol. Aunque ninguna cola es visible en las fotografías recientes, los científicos esperan que se desarrolle y se ilumine progresivamente a medida que el objeto se acerca a nuestra estrella. El 30 de octubre marcará el punto más cercano al Sol para este cometa, lo que debería intensificar su actividad.
Del lado estadounidense, la situación permanece incierta debido al cese de las comunicaciones públicas de la NASA durante el cierre del gobierno estadounidense. Sin embargo, una imagen en bruto capturada por el rover Perseverance muestra un objeto luminoso y fugaz en el cielo marciano que podría corresponder al cometa interestelar. Los análisis continúan para determinar si otras naves espaciales pudieron observar este paso histórico.
Animación del cometa interestelar 3I/ATLAS creada a partir de imágenes capturadas por el orbitador ExoMars Trace Gas Orbiter el 3 de octubre.
Crédito: ESA/TGO/CaSSIS
3I/ATLAS representa el tercer objeto interestelar confirmado después de 'Oumuamua y Borisov, y parece ser el mayor identificado hasta ahora, con un diámetro estimado entre 5 y 11 kilómetros. Su velocidad y trayectoria indican que viaja a través de la galaxia desde hace miles de millones de años, lo que lo convierte en un objeto más antiguo que nuestro propio Sol. Después de su paso detrás del Sol, el cometa volverá a ser visible desde la Tierra en diciembre próximo antes de abandonar definitivamente nuestro Sistema Solar en marzo de 2026.
Los objetos interestelares: mensajeros de otros mundos
Los objetos interestelares como 3I/ATLAS son cuerpos celestes que no están ligados gravitacionalmente a nuestro Sol y provienen de otros sistemas planetarios. Su descubrimiento abre una ventana única sobre la composición y formación de sistemas estelares lejanos.
Estos viajeros cósmicos pueden ser cometas, asteroides o planetesimales expulsados de su sistema de origen durante perturbaciones gravitacionales. Su estudio permite a los astrónomos comparar los materiales que componen nuestro Sistema Solar con los de otras regiones de la galaxia.
La detección de estos objetos sigue siendo un desafío técnico porque generalmente son pequeños, poco luminosos y se desplazan rápidamente. Los progresos recientes de los telescopios y las técnicas de observación han mejorado considerablemente nuestra capacidad para localizarlos durante su breve paso en nuestro vecindario cósmico.
Cada nuevo objeto interestelar descubierto aporta información valiosa sobre la diversidad de los sistemas planetarios en nuestra galaxia y podría incluso revelar procesos de formación planetaria diferentes de los observados en nuestro propio Sistema Solar.
Fuente: ESA